La mirada soñadora de Isabel Muñoz

M.G
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La prestigiosa fotógrafa catalana, que expone un atrevido montaje en Corpo, acaba de recibir el premio PHotoESPAÑA 2021 por su trayectoria. Ahora tiene puesta su mirada en el mar

La mirada soñadora de Isabel Muñoz - Foto: Yolanda Lancha

«Para ver claro basta con cambiar la dirección de la mirada». Eso decía Antoine de Saint-Exupery, el célebre escritor de ‘ El Principito’, pero quizá habría que añadir... y tener magia en el objetivo. Algo que ha demostrado desde hace más de veinte años Isabel Muñoz, una destacada fotógrafa que acaba de recibir el Premio PHotoESPAÑA 2021, por su trayectoria, su compromiso, su sensibilidad y su manera de contar el mundo con una cámara en las manos.

Isabel retrata el planeta, las poses de sus protagonistas: «los seres humanos», denuncia injusticias, discriminaciones, problemas globales y reflexiona sobre la vida, la solidaridad, las costumbres, las creencias, el cambio climático... Lo narra todo desde su cámara, desde ese ángulo desde el que seduce con  sensibilidad, emoción y su buena postura de narradora de historias.

«Cualquier premio y reconocimiento te emociona y más si te lo concede tu profesión». Así de emocionada lo explicaba al día siguiente de recoger el galardón tras el original acto que se celebró en los jardines del Museo Lázaro Galdiano, en plena calle Serrano, en Madrid. Y allí estaba la ganadora muy ilusionada, con ese punto de timidez de quienes no pasan desapercibidos. A ella le ocurre aunque no lo busque y contagia naturalidad porque nunca ha buscado el foco, más bien lo contrario. No lo necesita tampoco.

«Ojalá pudiera devolver a la fotografía todo lo que me ha dado en estos años». Isabel es agradecida y  se muestra sin filtros. Cuesta cerrar los ojos e imaginarse a esta delicada mujer que ha estrenado los setenta en medio de las tribus, en los mares, en las selvas, en las cárceles, en las maras, o entre los bailarines de butoh, en Japón, una tradicional danza que ha conseguido plasmar en un proyecto tras 25 años de espera.

En su mundo no hay prisa por contar historias, hay que estar ahí y captar esas imágenes que la buscan con libertad, que quieren salir para contar a los espectadores sus preocupaciones, sus luchas y sus impresiones, siempre con un clic en el mejor momento, con reposo, desde su obsesión perfeccionista.

Isabel necesita seguir soñando a menudo. Es lo que hizo cuando conoció el proyecto del coleccionista Roberto Polo y el Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha. Dejó todo lo que estaba haciendo en ese momento y se volcó en terminar de dar forma a la pieza que permanece expuesta en la cripta sobre el mito de la creación de Adán y Eva, representada por dos bailarines de butoh, una videocreación de siete minutos que cambia según la estación y que lleva expuesta desde finales de marzo.

«Estoy feliz y el espacio de Corpo es mágico». Isabel mantendrá un año su obra en Toledo y los espectadores podrán observar qué ocurre «cuando dos figuras se juntan» una vez que el calendario deshoje los doce meses. De momento, está preparando ese cambio de estación para que su Adán y Eva den paso al verano.

más proyectos. La aparente tranquilidad de esta fotógrafa catalana contrasta con su agenda y los proyectos que bullen en su cabeza constantemente. Tiene previsto iniciar un trabajo con el Mediterráneo como escenario protagonista, «como cementerio de inocentes».  Y también quiere estrenar septiembre fotografiando «nuestros orígenes» como otro de sus retos de este año, pero las fechas y los planes los ajustará a la situación que vaya permitiendo la pandemia en cada momento.

Isabel endiosa el agua como parte de esa naturaleza salvaje y limpia, una buena terapia con la que denunciar el uso del plástico, el deterioro medioambiental y el cambio climático. El acto celebrado por PhotoEspaña contó con una proyección noctuna de su instalación ‘Somos agua’, un ambicioso proyecto de veinte imágenes que se exponen desde el 8 de junio en la Casa Mediterráneo, en Alicante. Aquí ha contado con la colaboración de la conocida apneista japonesa Ai Futaki tras cinco años de trabajo y horas y horas de estudio en el Oceanográfic de Valencia.

La presencia del mar está dejando huella en el Museo Galdiano, en la sala Pardo Bazán, con una pieza interactiva con pantallas que reflejan el agua, sonidos envolventes, peces que entran y salen y «partículas que hablan del plástico». Una experiencia singular para cada uno de los espectadores, una llamada de atención para el cuidado del entorno marino. «En lo que llevamos de siglo XXI hemos consumido más plástico que en todo el siglo XX», apunta la autora.

Isabel seguirá soñando como siempre, con ganas. Quizá de vez en cuando mire de reojo su estantería,  con el galardón de PHotoESPAÑA, muy cerca de los dos World Press Photo y del PremioNacional de Fotografía. O quizá ni los mire y se sienta como Katharine Hepburn, que solía decir: «Los premios no son nada. Mi premio es mi trabajo».