Los últimos secretos de Marilyn

Galena Koleva (SPC)-Agencias
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La 'rubia eterna' llegó al olimpo de Hollywood sin dejar a nadie indiferente, pero su vida estuvo siempre marcada por la tragedia, la inestabilidad emocional y un halo de misterio

Los últimos secretos de Marilyn

Actriz, modelo, cantante, un icono femenino, un símbolo erótico, un mito cultural y un referente de estilo. La rubia eterna destacó en todo lo que hacía y no dejó indiferente a nadie, levantando pasiones y causando admiración y envidia a partes iguales. Pero Marilyn Monroe fue eso y mucho más. Los años pasan y su leyenda se sigue agrandando, inspirando aún cuando han pasado seis décadas de su trágica y prematura muerte en circunstancias que nunca fueron esclarecidas.

Apasionada, transgresora y adelantada a su tiempo, Marilyn consiguió llegar al olimpo de Hollywood por méritos propios, destacando con películas como Los caballeros las prefieren rubias (1953), La tentación vive arriba (1955), El príncipe y la corista (1957), Con faldas y a lo loco (1959), Vidas rebeldes (1961). Pero detrás de su indiscutible éxito siempre se escondió una mujer atormentada por los fantasmas del pasado.

Nacida como Norma Jeane Mortenson, un 1 de junio de 1926 en Los Ángeles, sus inicios no fueron nada fáciles y vivió una truculenta infancia que le dejó una huella permanente. Pasó su niñez entre distintos orfanatos y casas de acogida debido a que su madre, Gladys Pearl Baker, fue incapaz de cuidarla por sus largas estancias en hospitales psiquiátricos. La identidad de su padre siempre fue un misterio para ella, pues su madre nunca se la reveló.

Un misterio que se ha mantenido con el paso de los años y que podría haber llegado ahora a su fin. Y es que, con motivo del 60 aniversario de la muerte de la intérprete, una prueba de ADN ha conseguido dar un nombre: Charles Stanley Gifford.

Más de tres años le ha llevado al director y productor francés François Pomès a confirmar, mediante los más punteros análisis, las sospechas de la propia Monroe, quien solo poseía una foto de un misterioso hombre con el que su madre habría tenido un affaire en el laboratorio de revelado de fotografías en el que estuvo trabajando. No obstante, las suposiciones de Marilyn nunca llegaron a confirmarse, ni siquiera cuando la artista trató de localizar y visitar a Gifford una vez alcanzado el éxito. Él nunca quiso conocerla. 

Ahora, gracias a una investigación que ha llevado a cabo Pomès en su recién estrenada película Marilyn Monroe, la última verdad el enigma podría haber llegado a su fin tras rescatar su ADN de unos de sus cabellos. Un laboratorio de Toulouse analizó los mechones y, tras dos años de pruebas, se consiguió recuperar un 22 por ciento de su genoma, un porcentaje suficiente para hacer una comparación con los descendientes de Gifford. ¿El resultado? Positivo.

«Creo que una de las fisuras que hace que el destino de Marilyn fuera el que fue es la ausencia de sus padres», considera el director. 

Y es que, ante la falta de un núcleo familiar, la pequeña Norma pasó muchos años por diversos hogares de acogida hasta que una amiga de su madre decidió hacerse cargo de ella. Fue durante esos años cuando vivió algunos de los episodios que le marcaron para siempre. A la edad de ocho y 12 años, fue víctima de abusos sexuales, lo que se tradujo en una serie de trastornos emocionales que nunca llegó a superar.

Cuando su familia adoptiva se vio obligada a cambiar de ciudad, Monroe decidió poner fin a su niñez y casarse en 1942 con su vecino James Dougherty para evitar tener que mudarse o volver al orfanato.

Primera oportunidad

Durante esos años, ejerció como ama de casa hasta que los eventos de la II Guerra Mundial le empujaron, igual que a otras muchas mujeres de la época, a trabajar en una fábrica de piezas de aviación. Fue precisamente allí donde la leyenda comenzó a gestarse después de que una revista la fotografiase para un departamento de propaganda bélica. Como era de esperar, su belleza no pasó inadvertida, algo que su marido no pareció encajar bien. Fue en ese instante cuando se vio obligada a elegir entre seguir a merced de su esposo o convertirse en la mujer independiente que siempre había soñado. Optó por lo segundo, se separó, comenzó su carrera de modelo y tomó las riendas de su vida.

Pero Marilyn siempre aspiró a más y a finales de los 40, decidida a triunfar como actriz, empezó a hacerse hueco en la industria del cine con pequeños papeles hasta su salto a la fama. Decidió entonces dejar atrás su pasado y, asesorada por su representante, cambió su nombre. El resto es historia. Tuvo una corta pero intensa carrera cinematográfica -llegó a rodar una treintena de películas-, ganando un Globo de Oro y varios BAFTA, aunque lo cierto es que el Oscar se le resistió.

Pero más allá de ser una estrella hollywoodiense, Monroe logró influir en la forma de pensar y vestir en la época, convirtiéndose en un auténtico referente de lucha, rebeldía e independencia. Fue una de las primeras mujeres en crear su propia productora cinematográfica, denunció el acoso sexual en la industria y se convirtió en una feminista adelantada a su tiempo.

Turbulento matrimonio 

Marilyn fue siempre fuente de deseos y cuando se casó por segunda vez, ya era todo un  mito sexual. Lo hizo en 1954 con la estrella de béisbol Joe Di Maggio, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Protagonizaron un corto pero intenso matrimonio lleno de pasión, aunque la relación no estuvo exenta de celos y malos tratos. De hecho, la icónica escena del metro en La tentación vive arriba le costó su matrimonio: Di Maggio se enfadó por la atención que recibió en el rodaje. Al día siguiente, Marilyn apareció con los ojos hinchados y poco después se divorciaron.

La intérprete volvió a probar suerte con el afamado guionista Arthur Miller. Dos polos opuestos que, contra todo pronóstico, se enamoraron y se casaron en 1956. No fue, sin embargo, un enlace feliz. La fragilidad emocional de Monroe, el abuso de sustancias y las sonadas infidelidades acabaron pasando factura y el matrimonio se desintegró en 1961.

Durante esos años, se le atribuyeron varias aventuras, entre ellas, con el presidente John Fitzgerald Kennedy -a quien dedicó el Cumpleaños feliz más célebre de la Historia- y su hermano Robert. Una complicada historia de amor llevada en secreto que terminó de deteriorar su ya de por sí delicada salud mental, llevándola a la perdición. 

No obstante, Marilyn siempre confió en la terapia. De hecho, se dice que su psiquiatra fue uno de sus grandes apoyo en sus últimos años de vida. Nada de eso fue suficiente para volver a encender el brillo de la estrella y el 5 de agosto de 1962 la rubia eterna fue hallada sin vida en su habitación. La autopsia confirmó que murió por una sobredosis de barbitúricos, pero las circunstancias nunca fueron esclarecidas y siempre estuvieron bajo el punto de mira. Sesenta años después de este trágico episodio, su fallecimiento sigue envuelto en misterio. Pese a ello, su mediática vida repleta de secretos nunca ha podido apagar la luz de una mujer que aún hoy sigue inspirando.

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