La brecha de género sigue marcando la literatura

Almudena Morales
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La Tribuna se ha acercado a cuatro exitosas escritoras de Castilla-La Mancha: María Dueñas, María Zaragoza, Ángela Vallvey y Alicia Giménez Bartlett para hablar de sus carreras y celebrar el Día de las escritoras sumando referentes

La brecha de género sigue marcando la literatura, ellos publican más libros que ellas - Foto: Javier Pozo

Se poregunta Virginia Woolf «¿Qué se entiende por realidad?» en su obra Una habitación propia. Una pregunta abierta que tiene infinidad de respuestas, pero si la acotamos al mundo de la escritura, y si la acotamos aún más al mundo de las mujeres que escriben, sabemos que la «realidad» es que ellas son una minoría. Y no es una minoría que hable de falta de talento, o de falta de interés y ganas. Es una minoría que habla de falta de oportunidades. «Las mujeres no tenían historia, eso se les dijo y eso creyeron», decía Gerda Lerner en La creación del patriarcado. Y así fue durante mucho tiempo. Ellas han escrito a lo largo de la historia bajo el nombre sus sus maridos, de sus padres o sus hermanos, bajo el nombre de un hombre. Una muestra es Mary Shelley, que publicó Frankenstein en 1818 con un seudónimo masculino sabiendo que ningún editor publicaría su obra. O el exitoso Harry Potter, cuya autora siempre firmaba como J.k. Rowling para no desvelar su identidad y que sus libros no fueran publicados. Cabe volver a recitar a VirginiaWoolf: «En la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer».

La poca presencia de la mujer en ámbitos literarios se refleja por ejemplo en uno de los premios más reconocidos a nivel internacional, el Nobel de Literatura, un galardón que se creó en 1901 y que ha reconocido el trabajo de 119 personas, solo 17 han sido mujeres.

 En nuestro país se refleja con el premio Cervantes, que se ha entregado 46 veces, en 40 ocasiones a hombres y en seis a mujeres. Su primera entrega fue en 1976 y no fue hasta 1988 cuando la filósofa española María Zambrano inauguró el palmarés de mujeres escritoras que han recibido este premio. Otro ejemplo, los Premios Planeta en 70 años de historia ha reconocido a 17 mujeres, frente a 52 hombres (54 si contamos que tres hombres formaban el seudónimo de Carmen Mola, ganadores del Premio en 2021).

Uno de los nombres femeninos que aparecen en la lista de premiadas es Alicia Giménez Bartlett, ganadora del Premio Planeta en 2015 por Hombres Desnudos. La autora nacida en 1951 en Almansa (Albacete), cuenta a La Tribuna que ella siempre quiso escribir, «cuando de muy pequeña me preguntaban qué quería ser, nunca lo dudé ni un instante, escritora. Es como una maldición», relata. También la autora de Puertollano (Ciudad Real), María Dueñas cuenta que «siempre fui una buena lectora, soy filóloga de formación y por tanto acostumbrada al manejo de la lengua, y siempre tuve una imaginación fértil. Pero nunca tuve la ambición de convertirme en escritora hasta que, superados los 40, decidí unir esas coyunturas y escribir una novela, sin saber cuál sería su destino». Ambas, con una vida marcada por las letras, también la reciente ganadora del premio Azorín de Novela, María Zaragoza, por su libro La biblioteca de fuego. Ella reconoce que «cada vez hay más interés por lo que ha sido silenciado durante siglos, pero todavía hay desprecios diarios. Muchos sin mala intención, pero debido a una interiorización de esa universalidad de lo masculino que tenemos demasiado asumidas».  Ciudad Real es tierra de letras y también ha visto nacer a otra de nuestras escritoras más reconocidas, Ángela Vallvey, escritora y periodista ganadora de varios premios, uno de ellos la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha en 2022. Admite que seimpre llevó en la sangre esto de escribir. «Empecé a escribir en cuanto aprendí a hacerlo, que fue muy pronto», comenzó por afición, «no puede decirse que haya estado motivada económicamente para escribir o publicar, aunque sin quererlo la vida me ha ido llevando por un camino en el que me he profesionalizado, y sé que decir eso en estos tiempos es muy arriesgado porque quien trate hoy de vivir de la escritura se aventura a sobrevivir».

Los hombres publican más

Los primeros datos que el Ministerio de Cultura publicó relativos a las publicaciones literarias en relación al género se refieren a 2018. Entonces desvelaba que los hombres publicaban el doble que las mujeres.  De los 55.501 titulos inscritos, el 61,6% eran de hombres y el 32,1% de mujeres, mientras que un 6,3% no constaba la autoría. Se traduce en 34.183 obras publicadas por  hombres  frente a 17.801 de mujeres. Los últimos datos, relativos a 2021 apuntan que de los 66.371 libros inscritos, el 61,8% eran hombres, el 37,9% mujeres y el 0,3% no consta. Es decir que 41.037 corresponden a hombres y 25.146 llevan el nombre de una mujer en su portada. Un informe que además destaca que ellas siguen sumando porcentajes mayores que los hombres en hábitos de lectura, así como en hábitos de escritura. En un articulo escrito por Mercedes Arriaga Flores y que recoge Lola López Mondéjar en Literatura y psicoanálisis apunta que: «la literatura 'femenina' no es exclusiva de las escritoras, del mismo modo que la literatura 'masculina' ha sido y es practicada por muchas autoras. Ahora bien, que la literatura de contenido femenino no goza del mismo prestigio que su antagonista, es algo evidente, consecuencia de una tradición social, política, religiosa y cultural que sobrevalora lo masculino e infravalora lo femenino».

Es lo que se conoce como 'libros para mujeres', «es una definición que me revuelve el estómago. Si vamos a ser rigurosos, todos los libros que se escriben y se editan son para mujeres» critica Bartlett puesto que «el porcentaje de lectura entre nosotras es mucho mayor». En la misma linea Vallvey opina que «el tópico de la 'literatura para mujeres' es uno de los más misóginos y regresivos en el ámbito de la cultura» quien da un respiro al afirmar que «conozco a muchos lectores hombres con la suficiente inteligencia y sensibilidad como para pasar por encima de esa barrera de prejuicio». Prejuicios a los que también ha tenido que hacer frente en su carrera Dueñas, galardonada en multitud de ocasiones por su libros convertidos en Best Seller y llevados en algunos casos a la pantalla. «Lo peor es que vender mucho a veces se convierte en un estigma porque aún hay algunos con ese prejuicio, y te penalizan por ello», lamenta la escritora   que asume los grandes avances «pero todavía hay mucho camino por recorrer. Aún quedan muchas miradas masculinas sesgadas y atávicas, que piensan que lo escrito por mujeres está mayoritariamente destinado a las mujeres, mientras lo escrito por hombres es general, universal, común para todos».

Una 'universalidad' que también cuestiona Zaragoza: «Qué raro que cuando un libro o película tiene muchos hombres, o incluso solo hombres, la podamos disfrutar todos, ¿no?. Es esa universalidad (falsa) de lo masculino que todavía no se ha dinamitado y por lo tanto sigue vigente en mayor o menor medida. Los hombres no se pueden identificar con una madre, pero sí con Superman, que es un extraterrestre. Y lo asumimos».

Una vez más volvemos a Woolf y a su necesidad de «una habitación propia» y la entendemos como un espacio necesario para poder crear. La conciliación sigue siendo una barrera importante hoy día, Dueñas reconoce que le han preguntado por su maternidad «dos millones» de veces «y siempre me pregunto si con la paternidad de los escritores hacen lo mismo». También Zaragoza apunta que «la conciliación familiar, diré que es defectuosa por no decir que inexistente. Los cuidados siguen recayendo mayoritariamente sobre los hombros de la mujer», una cuestión de la que «podría seguir todo el día» hablando, afirma, pero no hay tiempo porque escribir se lleva mucho, pero te deja más.

Dice Vallvey  que «el camino es duro, pero las vistas son maravillosas: diría que se trata de un viaje complicado, pero lleno de enseñanzas y tesoros incalculables». Un camino que además es solitario, es lo más duro para Bartlett «la soledad que comporta el oficio» que deja caras sorprendentes, puesto que opina que lo mejor que le aporta es «contactar con muchas personas diversas gracias a las traducciones de mis libros, nunca lo huebiera pensado».

Son cuatro autoras muy diferentes, pero unidas por la tierra que las vio nacer. Bartlett de Almansa se lleva «los relatos que mi madre me contaba». María Dueñas ha hecho que Puertollano sea un lugar reconocido, además ha escogido Toledo como parte del escenario de la nueva serie que está grabando y asegura que «confiamos en que la ciudad imperial se vea maravillosa». También María Zaragoza habla de Campo de Criptana como el lugar de «mi educación sentimental» por lo que «intento dejar algo de ella en lo que escribo, se note mucho o no». Vallvey también ha incluido a San Lorenzo de Calatrava en varios de sus libros. Además se marca el reto de visibilizar la importancia turística de su provincia. «Me he tomado ese proposito con la misma seriedad que el propio Don Quijote».