Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Disfrute, señora

10/02/2023

La niña se llama Navia y tiene ocho años. Eso es lo que asegura la madre, una influencer de nombre Rocío que se presenta en las redes sociales como vegana y normal. Rocío está indignada. En el colegio de su hija han decidido que los niños de la clase de Navia van a ir disfrazados de pescadores durante uno de los días de carnaval. A bote pronto, se me viene a la cabeza el disfraz amarillo chillón del capitán Pescanova o una versión moderna del traje de marinero. Lo pueden buscar unisex o, si lo quieren adaptar y distinguir para niños y niñas, cualquiera de los dos seguro que queda monísimo. En el de marinerito, que no falten los ribetes blancos y azules y el gorro blanco con un ancla impresa en la parte de delante. A partir de ahí, ¡a faenar!
A la madre de Navia -si es que su hija se llama realmente así-, no le incomoda la distinción entre sexos. No se ha llegado a plantear el caso. O sí, no lo sabemos. A Rocío, lo que realmente le cabrea, hasta el punto de querer «quemarlo todo», es la simple propuesta. Dice que está «devastada» y, sin poder verificar si es sobreactuación o no, el tono que alcanza en el vídeo que ha difundido en TikTok parece bastante natural. No hace tanto, hubiéramos considerado que era un número propio del mejor humorista de la época. Ahora, sin la confirmación pertinente, es del todo creíble. Para los veganos más radicales, los pescadores son unos usurpadores de ríos y mares. En el extremo de esa radicalidad, está ese reducidísimo colectivo que se presenta como Almas Veganas y cuyo máximo exponente es una chica que presume de separar a los gallos de las gallinas porque son violadas. Con esto de los pescadores también tiene una teoría rebuscada: «La caña de pescar es un arma de matar de este sistema capitalista opresor».
 Si los datos que da son ciertos, de lo que no hay ninguna duda es que es una de esas madres -o padres- de sobra conocida en el centro. Se agarra al BOE y amenaza con elevar su queja al equipo directivo del colegio porque «no pueden discriminar a nadie por sus creencias religiosas, morales o éticas». No hay nada peor que un padre -o una madre- woke con demasiado tiempo libre. Que se lo digan a tutores, jefes de estudio o directores. Los sufren casi a diario y ralentizan el funcionamiento normal del centro con extravagancias de lo más variopintas.
Ya sabemos que Navia no se va a disfrazar de pescadora. Tiene ocho años y no lo va a hacer porque atenta contra sus principios éticos y morales. Haría bien la madre en puntualizar que esa forma de pensar es la suya y es la que quiere imponer primero a su hija y luego a toda la clase. Lo que tiene derecho Rocío, vegana y normal, es sacar a Navia de esa actividad. Su exigencia debería pasar por garantizar que la menor no sufre ningún tipo de desprecio o bromita por apartarse en este caso puntual del grupo. No se trata de eso.  Lo que quiere la madre de Navia es colocar su veganismo por la fuerza a toda una clase dentro del ámbito público. Es la táctica de llevarlo todo al extremo más radical y querer patrimonializar cualquier aspecto de la vida. La madre de Navia sabrá mucho de animalismo y de veganismo. Aceptemos el axioma. Lo que tiene que aprender es que el carnaval es una sátira que tergiversa papeles y llena de humor cualquier escena de la vida. No sufra más. Disfrute, señora.