Vestidos Vs cuadros en el Thyssen

Agencias
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La conexión entre Coco Chanel y Picasso desembarca en el museo a través de una muestra que explora los paralelismos entre algunos diseños de la modista e icónicas obras del pintor

Sus creaciones están marcadas por una paleta de colores austera, líneas rectas y materiales populares. - Foto: Luis Millan

Los felices años 20 fueron testigos de la amistad entre dos genios que, a través de sus manos, modelaron el arte y la moda. Una relación que el Museo Thyssen-Bornemisza explora a través de una exposición sobre Pablo Picasso y Coco Chanel, dos motores de la modernidad del siglo XX, que colaboraron en dos ocasiones a lo largo de su carrera y que compartieron un imaginario común que quedó plasmado en óleos, vestidos, dibujos y otras piezas.

Además de piezas de la diseñadora francesa de colecciones particulares que rara vez ven la luz, la exhibición Picasso/Chanel, cuyas puertas permanecerán abiertas hasta el próximo 15 de enero, incluye dos icónicos cuadros del pintor malagueño: Dos mujeres corriendo por la playa -también conocido como La Carrera- (1922) y Las bañistas (1918), una obra de la que nunca se separó.

«Ha sido más difícil traer algunas de los vestidos de Chanel que las obras de Picasso», detalla la comisaria de la muestra, Paula Luengo, responsable del área de exposiciones de la pinacoteca madrileña. 

La exhibición permanecerá abierta hasta el próximo 15 de enero. La exhibición permanecerá abierta hasta el próximo 15 de enero. - Foto: Luis MillanEl proyecto traza un mapa, poco explorado, de conexiones entre los dos genios. Ambos se conocieron en la primavera de 1917 y trabajaron juntos en dos obras de Jean Cocteau: Antígona (1922) y El tren azul (1924), pero su relación se extiende incluso más allá. Chanel comenzó a ser asidua del círculo de artistas de la época, mientras Picasso ya empezaba a destacar como pintor. Además de numerosas amistades en común, Olga Khokhlova, la mujer del malagueño, era una compradora habitual de la francesa y probablemente se casó con uno de sus diseños. Su encuentro se sucedió en un momento muy especial de la escena cultural, en los años 20.

Las tres primeras salas de la muestra se dedican a explorar los paralelismos entre su obra. La comparación entre vestidos y cuadros muestra los profundos lazos que unen el imaginarios de ambos creadores, marcada por una paleta de colores austera, líneas rectas y materiales populares.

Si la modista creó el uniforme de la mujer moderna que alumbraba el nuevo siglo, el pintor rompió las reglas del arte y creó un nuevo canon de belleza plástica. «La visión del cuerpo de Picasso y Chanel vienen de las mimas reflexiones», explica Hélène Fulgence, directora de Patrimoine de Chanel.

En el recorrido se puede encontrar incluso una reflexión sobre el Chanel Número 5, el popular perfume, y cómo su diseño responde a los cánones de pureza y abstracción del cubismo.

Sobre el escenario

En 1922 Cocteau escribió una versión de Antígona y concibió una puesta en escena completamente experimental: encargó el vestuario a Chanel y al pintor malagueño el escenario, el decorado y las máscaras del coro. La diseñadora se inspiró en la Grecia antigua y creó una serie de túnicas hechas con lana escocesa en tono marrón y creó también las coronas de las hijas de Edipo, unas piezas de orfebrería que están consideradas las primeras joyas hechas por la modista. De los trajes de aquella colaboración solo quedan imágenes.

El proyecto coincidió con una vuelta de Picasso al orden plástico, en el que se concentró en pintar obras monumentales con mujeres envueltas en túnicas. También, varios diseños de la época de la modista reflejan la influencia del proyecto en su propio trabajo.

La segunda y última colaboración entre ambos fue El tren azul, un ballet que mezclaba la pantomima con la sátira, el teatro y otras artes, para el que Chanel ideó una serie de trajes inspirados en su nueva línea deportiva. Las piezas que se presentan en la muestra son reproducciones de los diseños originales realizados en 1992.

Otras lecturas

Además de dibujar un mapa de conexiones inesperados entre modista y pintor, la exhibición es una oportunidad para revisar a Picasso bajo un enfoque poco habitual y «desactivar» así su «supuesta masculinidad tóxica», detalla Guillermo Solana, director artístico del museo.

«Para desactivar la supuesta masculinidad tóxica de Picasso nada mejor que este diálogo a varias voces, con Chanel, Cocteau y Olga Khokhlova», precisa.

La propuesta está incluida dentro de la programación del Año Picasso, un evento organizado por España y Francia que conmemora los 100 años de la muerte del pintor, y cuenta con la colaboración del Museo Picasso de París, Chanel y los herederos del malagueño, como Bernard Ruiz Picasso.