Pilar Gómez

MIS RAZONES

Pilar Gómez


Un pacto bajo la lupa

14/03/2022

Por vez primera desde su fundación, Vox va a entrar en un gobierno. Va a incorporarse al Ejecutivo de Castilla y León y va a poner a prueba su capacidad de gestión, su habilidad de organización y su responsabilidad en el ejercicio de responsabilidades. Un salto de enorme importancia en el que Vix se juega mucho puesto que abandona su plácida función de observador interesado de la actuación de otras formaciones y hasta de inquisidor de fallos y despistes de otras formaciones.
Fernández Mañueco ha accedido a dar este complicado y polémico paso porque no había alternativa. Sin Vox no se podía armar gobierno alguno en Castilla y León salvo que el PSOE se hubiera abstenido en la investidura del nuevo presidente. Lejos de echar una mano a la gobernabilidad de la región, los diputados socialistas mostraron su ínfimo nivel de cortesía cívica y madurez democrática al negarse a saludar al nuevo presidente de las Cortes de Castilla y León, que ha correspondido a un representante del partido de Abascal. Semejante actitud no se recuerda ni en ese parlamento ni en Cámara alguna que se tenga por democrática. El sectarismo de la izquierda española es posiblemente su rasgo más característico. Una actitud a todas luces reprochable.
La izquierda ha saltado enfurecida sobre la yugular de este acuerdo, ya que considera que Vox no es un partido democrático y lo sitúa en la extrema derecha, es decir, fuera del tablero democrático. Semejante afirmación es una enormidad al venir de un partido, como el PSOE, que está aliado con las fuerzas más radicales, reaccionarias y anticonstitucionales que existen en nuestro país, la rémora de ideologías antidemocráticas, lideradas por personajes que han sido condenados por promover un golpe de estado o que se han negado a condenar la violencia terrorista que costó la vida de casi un millar de españoles a lo largo de décadas de infamia.
No está Sánchez para dar consejos sobre pactos y alianzas. No está el PSOE para entregar o retirar credenciales de democracia. Lo que sí cabe exigir a partir de ahora es un control y un seguimiento muy férreo sobre la forma en la que Vox se conduce con sus nuevas responsabilidades al frente de un Ejecutivo. Tres carteras y una vicepresidencia han logrado en el reparto, en una negociación muy tensa que a punto estuvo de naufragar. Le llega a Vox la hora de la verdad. Ha abandonado ya su etapa adolescente y ha madurado. Carece de experiencia, eso es obvio. Se podrá comprobar ahora si tiene infraestructura y cuadros bien formados para no convertirse en una rémora en las tareas que le han sido encomendadas. Este pacto puede ser el primer paso para un largo camino de acuerdos entre las dos principales fuerzas del centroderecha en España. El PP tiene que tener muy claro que precisará de Vox para llegar a La Moncloa. No va a ser fácil. Pero no hay alternativa.