La situación de los transportistas continúa en punto muerto. Las reuniones entre los afectados y el Gobierno de España no alcanzan los suficientes nexos de unión para acabar con un paro que está generando importantes consecuencias en el abastecimiento de materias primas a todo el país. Las reivindicaciones se están produciendo por todo el país, pero en Toledo capital apenas se habían visto, más allá de la reducción de estos vehículos en carretera. La situación ha cambiado hoy con la marcha lenta llevada a cabo por los camioneros a bordo de sus vehículos por la ciudad. Un centenar de cabezas tractoras, 18 vehículos de autoescuelas y algunas furgonetas han hecho sonar sus cláxones como protesta por el precio de los carburantes y los trabajos a pérdidas. La marcha ha ralentizado el tráfico en algunas zonas de la ciudad ya de por sí complicado en un día de lluvia y en el que se ha producido un accidentes sin heridos en la TO-23 a primera hora de la mañana, que ha provocado retenciones.
El colectivo pretendía realizar esa marcha lenta el viernes pasado, pero la negativa precisamente de la Delegación y otra concentración que tuvo lugar en Madrid por el mismo motivo acabaron anulando la reivindicación.
Su marcha ha comenzado por el Polígono industrial, para continuar después por la TO-23, paseo de la Rosa y avenida de Castilla-La Mancha para coger terminar otra vez en el polígono por la circunvalación sur de la CM-40 y A-42. También 'han visitado' la avenida de Barber camino del la circunvalación.
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Marcha lenta de los transportistas por las calles de Toledo
Marcha lenta de los transportistas por las calles de Toledo
INSUFICIENTE. Los transportistas siguen sin encontrar motivos en la propuesta del Gobierno nacional para arrancar los motores de sus vehículos. Consideran que la nueva oferta de bajar 20 céntimos el precio del gasóil para el sector «es insuficiente y no es lo que estamos pidiendo». Aseguran que sus demandas no giran en torno al precio del gasóil, sino en «la prohibición de trabajar por debajo de los costes de explotación. A mi me da igual que el gasóil esté a cuatro euros, si a mi me lo pagan a cinco». Tachan la medida de «un bocadillo», cuando lo que quieren ellos es «comer todos los días, y hacerlo en unas condiciones rentables y justas». Exigen un convenio nacional que acabe con la precariedad del sector.