Pasaban escasos minutos cuando el Convento de las Madres Agustinas de la Inmaculada Concepción abría sus puertas para que comenzase a salir un cortejo de nazarenos ataviados con su tradicional hábito y verdugo rojo púrpura con escapulario blanco en el que se encuentra bordado el emblema de San Agustín, símbolo de la hermandad. Una antorcha a modo de candela, la cintura ceñida con un cinturón negro y la medalla al cuello. Un camino iluminado que forma un cortejo que culminaba con la talla del Cristo de los Ángeles.
Una vistosa salida en la que en primer lugar apareció la carroza articulada, para posteriormente hacer acto de presencia el Cristo y al producirse el ensamble, romperse la noche con el ronco sonido de los tambores de la banda de la cofradía que intensificaron su percutir a medida que el Cristo ganaba protagonismo. Una salida que por su particularidad congregó a un gran número de personas a las puertas del convento de las Gaitanas en la Plaza de San Vicente.
Un Cristo crucificado del siglo XVII. Talla en madera con rica policromía y paño dorado, de autor anónimo, acompañada de seis ángeles mancebos que portan cálices y los atributos de la Pasión. Estos cálices emulan a los que portan dos querubines en el retablo del templo de la comunidad religiosa y por la que en su origen recibió la denominación «de los Cálices».
El Cristo de los Ángeles en Zocodover con el Alcázar al fondo.La Hermandad actual fue fundada por devotos vinculados a la enseñanza y a la Coral Silíceo del Colegio de Nuestra Señora de los Infantes para agrupar a integrantes de la comunidad educativa aunque no sean sólo los integrantes del ámbito de la docencia.
Las religiosas del Convento de las Gaitanas apoyaron la constitución de la cofradía y cedieron la imagen del Cristo, que contiene dos ángeles que sostienen en sus manos una copa para recoger la sangre de Jesucristo. Una cofradía sacaba anteriormente la talla de procesión los Viernes Santos, pero no hay documento que acredite esta costumbre anterior a la Guerra Civil.
El Cristo de los Ángeles a su paso por la Puerta de Reyes de la Catedral. - Foto: L.T.La procesión discurrió tal y como caracteriza a esta cofradía viviéndose momentos muy emotivos a lo largo del recorrido durante las casi dos horas que duró la estación de penitencia. Al final y justo antes de regresar a su templo se no se vivió otro de los momentos que se han convertido en tradición durante los últimos años, el encuentro en la misma plaza de San Vicente frente al convento de las Gaitanas, de dos de las imágenes que han procesionado el Martes Santo como son el Cristo de los Ángeles y el Cristo del Amor, ambos de recogida hacia sus templos, pues en esta ocasión no se produjo el encuentro.