Pilar Gómez

MIS RAZONES

Pilar Gómez


Sánchez sigue de brazos cruzados

18/04/2022

Las medidas económicas improvisadas por el Gobierno para intentar contener la escalada de la inflación apenas están teniendo resultado alguno. Quince céntimos de propina para el combustible se antoja una medida sin mayor calado, un gesto para tranquilizar los ánimos de una sociedad que se iba muy irritada de vacaciones de Semana Santa. Las grandes reformas demandadas por Bruselas, y que la particular coyuntura por la que atraviesa nuestro país se adivina cada vez más perentorias, siguen en la lista de espera. Dos son las principales: reforma fiscal, que la ministra María Jesús Montero ha encargado a un grupo de expertos que se limitaron a elaborar un libro blanco que a nadie convence, y por supuesto, la reforma de las pensiones, que tan sólo ha hecho lo más temido, es decir, avanzar en la expansión del gasto y ni un paso en cuanto a la modulación o el incremento de ingresos.
Hay señales muy preocupantes en el horizonte que se concretarán en realidades negativas a la vuelta de poco tiempo. La subida de tipos de la FED es posiblemente el asunto que más debería obsesionar al equipo económico, que sigue mirando para otro lado como si no fueran con él las cosas. La subida del Euríbor también afectará a préstamos e hipotecas. Son avisos severos que vaticinan una enorme marejada sin que se advierta reacción alguna por parte del Gobierno salvo la menos razonable y más dolorosa: la subida de impuestos.
Las cargas fiscales que la pareja Nadia Calviño y María Jesús Montero están amontonando sobre las espaldas de la sufrida clase media española tiene un límite. No hay posibilidad de seguir en esta línea. Europa reclama con insistencia medidas urgentes. No debería olvidarse que somos uno de los países de la UE que peor hemos salido de la crisis pandémica y que con menos decisión y argumentos está planteando la crisis de Ucrania. Diez minutos dedicó el jefe del Ejecutivo al asunto impositivo en su largo encuentro con Alberto Núñez Feijóo, recién nombrado líder del principal partido de la oposición. El PP reclama una bajada de impuestos, como están haciendo gobiernos europeos de todo color, desde Francia a Italia pasando por Portugal. El desplante de Sánchez no es propio de una actitud responsable. Ni siquiera sería. La opinión que circula en las cancillerías europeas sobre el planteamiento que muestra Sánchez ante la crisis y su incapacidad o desidia a la hora de adoptar las medidas que todo el mundo cree urgentes se califica de displicente o cargado de soberbia. Sea como fuere, empezamos a adentrarnos en el terreno en el que ya parece que es demasiado tarde para casi todo. Otros vendrán (de fuera o de dentro) que ejecuten las medidas perentorias que la coyuntura demanda a gritos. Para entonces, Sánchez ya no estará seguramente en La Moncloa.