Encerrados y con miedo

Pilar muñoz
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Residentes de la Ciudad de Matrimonios Ancianos, en Ciudad Real, relatan a La Tribuna cómo han vivido el 2020 entre el temor al contagio, la tristeza de no poder abrazar a los hijos y el «regalo» de la vacuna

Isabel y su marido Emiliano caminan hacia la puerta de la residencia donde llevan recluidos «trece larguísimos meses». - Foto: Tomás Fernández de Moya

Fue devastador en las residencias de ancianos. Hace un año ni por asomo podíamos intuir lo que se  nos venía encima. El Covid-19 estaba en España desde últimos de diciembre de 2019 aunque en un principio se asociara a una gripe. Era coronavirus y sus potenciales víctimas fueron los mayores. El 3 de marzo se cumplió un año del primer fallecimiento en una residencia de mayores de España. Carmen Rosa, de 99 años, moría víctima del coronavirus.

El 12 de marzo, a las 14.30 horas, se cerraron las puertas de la residencia Ciudad de Matrimonios de Ciudad Real, al igual que otras de titularidad pública. Empezaba un año «muy largo, muy largo, y doloroso», aseguran Emiliano Díaz, de 92 años; y su mujer Isabel Fernández Campos, de 88. «En nuestra larga vida nunca hemos visto nada igual y mira que hemos pasado cosas, una guerra, una posguerra; y hemos visto morir gente por tuberculosis». Han sido testigos de muchos avatares, pero «nunca creímos que una cosa así podía suceder», asevera Isabel en una charla con La Tribuna en la que aún siente escalofríos al recordar lo vivido en 2020 a consecuencia del coronavirus.

Cuenta que ella y su marido, naturales de Piedrabuena, llegaron a la residencia Ciudad de Matrimonios el 3 de febrero de 2020, «hace trece meses», apunta Emiliano evidenciando que tiene grabada la fecha por «lo que vino después» y «eso que no nos podemos quejar porque hemos estado bien, no como en otras residencias donde ha habido muchos fallecidos», dicen lamentando tantas vidas perdidas por «el terrible bicho».

El Covid-19 ha sido devastador en muchas residencias de mayores, como por ejemplo el centro privado Elder de Tomelloso, que se ha hecho tristemente conocido en toda España por el gran número de residentes fallecidos: 76. 

En los centros sociosanitarios de  Castilla-La Mancha han fallecido por COVID 2.023 personas, aunque la cifra puede ser mayor porque en un buen número de casos no se ha podido acreditar la causa. 

El total de fallecidos en la región por coronavirus asciende a  más 5.700 personas, el 35,4% murieron en residencias de ancianos, según datos de la Consejería de Sanidad. El mayor número de fallecimientos se produjo en la primera ola, entre marzo y mayo de 2020.

Un año con el corazón «encogido», «con el miedo metido en el cuerpo»y «sin abrazos». Así resumen el primer año Covid Emiliano Díaz y su mujer Isabel Fernández, coincidiendo plenamente con sus compañeros de residencia, Justa Tapiador y su marido Julián Romero, ambos de 79 años, nacidos  en Malagón. «Son muchos meses sin poder abrazarles. Llevamos un año confinados por nuestro bien, pero encerrados y estamos deseando salir y abrazar a nuestros seis hijos y a los nietos, siete niñas y dos niños, que habrán crecido y queremos verles», dicen sin poder ocultar la emoción Justa y Julián. 

El bisnieto por conocer. Isabel y Emiliano también cuentan los días para poder ver a sus tres hijos, siete nietos y los dos bisnietos, «a uno no le conocemos, sólo lo hemos visto por foto», «nació hace poco».

Isabel y Emiliano confían en poder conocerlo pronto y también asistir a la boda de una nieta en mayo. «Ha tenido que suspender la boda dos veces por el coronavirus y esperamos que se pueda casar y nosotros asistir al enlace», apunta Isabel tras reiterar que lo peor es no poder abrazar a los hijos, nietos y bisnieto. 

La directora de la residencia Ciudad de Matrimonios, Isabel Quintanilla, confirma que las puertas de la residencia se han vuelto a abrir este jueves a los familiares de los residentes, después de un largo y duro año. «Las puertas de la residencia se cerraron el 12 de marzo a las 14.30 horas»y desde entonces han trabajado «en equipo», coordinándose «de forma extraordinaria» todos los trabajadores «desde el ordenanza hasta el médico. Hemos estado muy unidos, siendo conscientes de la responsabilidad tan importante que teníamos en las manos: la salud de nuestro mayores» y con ese objetivo han trabajado. Están muy satisfechos porque han conseguido superar sin ningún fallecimiento la segunda y tercera olas de la pandemia. 

Regalo de fin de año. El día que les pusieron la vacuna, 30 de diciembre, «fue un regalo de final de un año durísimo. Se empezaba  a ver la luz al final del túnel y nos sentimos muy emocionados», resalta Isabel Quintanilla, que se muestra agradecida a la Delegación de Bienestar Social, a todo el personal porque «han estado muy pendientes y han atendido todas nuestras llamadas de ayuda a cualquier hora del día». También agradece la colaboración del Sescam, de Gerencia de Atención Integrada que «nos ha atendido en todo momento». Como directora de la residencia de mayores «he de agradecer el esfuerzo de todos, residentes, familiares y trabajadores».