Editorial

La reforma de las pensiones: otro parche que no soluciona el problema

-

El acuerdo con los sindicatos permitirá aprobar hoy mismo la enésima reforma de las pensiones en busca de una sostenibilidad que, si no se logra, puede hacer peligrar todo el sistema a medio o largo plazo. Sin embargo, las desavenencias con la patronal y la falta de negociaciones con la oposición política auguran una tormentosa tramitación parlamentaria de la norma, cuyo consenso debería haber sido obligado para marcar un camino hacia el futuro que no esté condicionado por los resultados electorales de los próximos años. Desgraciadamente, este Gobierno ya nos tiene acostumbrados a su escasa capacidad para lograr acuerdos amplios, a pesar de que pregonan llevar el diálogo como bandera. Escrivá anunció, durante su comparecencia en la comisión del Pacto de Toledo, que la reforma se aprobará hoy por decreto para que entre en vigor y, posteriormente, se tramitará como proyecto de ley para que los grupos puedan introducir enmiendas.

El ministro de Seguridad Social defiende que la reforma hace el sistema "robusto" y garantiza la sostenibilidad, la suficiencia y mejora la equidad. Los expertos, a falta de conocer los detalles -insisto-, ponen en duda estas aseveraciones tan rotundas del responsable político, quien afeó a la CEOE hacer "demagogia sin números". Y es que toda la sostenibilidad recae básicamente en empresarios y trabajadores, que son quienes sufrirán un incremento de las cotizaciones sociales para equilibrar las pensiones. Sin embargo, qué aporta el Gobierno. Debería llevar a cabo una gestión pulcra y eficiente de los fondos destinados a asegurar el futuro de los trabajadores y, por ejemplo, la última subida lineal del 8,5 por ciento aprobada para este año es el ejemplo contrario. Pan para hoy y hambre para mañana.

El problema de las pensiones no es único de España, aunque aquí ya llevamos décadas viendo cómo cada vez son menos los cotizantes y más los perceptores. En Francia existe una guerra abierta de los sindicatos frente a la pretensión del Gobierno de Macron de aprobar una reforma que incremente la edad de jubilación, así como el número de años cotizados (42 o 43 para recibir una pensión completa). Ya lo intentó en diciembre de 2019 y ahora vuelve a la carga, aunque esta vez parece que no se arredrará y que el sistema francés, uno de los más avanzados de Europa, dará una vuelta de tuerca para garantizar su supervivencia.

Evidentemente, el aval de Europa a esta reforma puede salvar el primer envite del Gobierno, pero no le librará de una dura batalla en el Congreso. Claro que la reforma incluye medidas necesarias, como el aumento de las pensiones mínimas y el cierre de la brecha, pero hay otras que pueden resultar perjudiciales para el tejido productivo y para los propios trabajadores, por más que los sindicatos hayan firmado el acuerdo. Habrá tiempo en la tramitación parlamentaria de forzar cambios, aunque la satisfacción inicial de ERC y Bildu no augura nada bueno, pues es seguro que ambos partidos no piensan para nada en el interés general.