La literatura da una segunda vida a Sol Villanueva

J. Monroy
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La presentadora de Telecinco ha estado dos años recuperándose en Parapléjicos de un episodio de Guillain-Barré. Allí, gracias a un ratón que movía con la barbilla, escribió un libro

Sol Villanueva conversa con un asistente al acto de presentación de su libro. /ángeles visdómine - Foto: Ángeles Visdómine/EFE

Es una cara conocida porque ha estado presentando los informativos de Telecinco durante una década. Eso quizá le pueda servir para que el infierno por el que ha pasado se conozca y su enfermedad, la Guillain-Barré, salga del anonimato. Sol Villanueva llegó a Parapléjicos sin poder mover más que un dedo del pie. Lo hizo en el peor momento, días antes del Estado de Alarma. Y a lo largo de dos años ha ido recuperando allí la movilidad, haciendo una 'nueva familia' durante el confinamiento y recuperando su salud mental gracias al libro que ha escrito, 'Toledo 1520-2020', en el que mezcla la ficción histórica con su realidad durante estos años.

«Yo no había oído hablar de esta enfermedad. Nadie, cuando le diagnostican el Guillain-Barré ha oído hablar de ello en la vida», explica. Pero esa enfermedad la ha tenido inmovilizada nada menos que 18 meses. Ahora, justo tres años después de que comenzara su episodio, Sol Villanueva confiesa que todavía le queda bastante por recuperar, tiene la parte izquierda de la cara afectada, «pero no estoy mal, la verdad».

Como ocurre con las embarazadas, ahora sí, parece que por todas partes Sol detecta a personas con esta enfermedad rara y muy desconocida. El Guillain-Barré es un error del sistema inmunológico. Lo desencadena una gastroenteritis o un resfriado, como el caso de Sol Villanueva, que hacen que el cuerpo, en lugar de atacar al virus o la bacteria, ataque al sistema nervioso periférico.

El brote de Sol fue hace tres años. Tras las Navidades de 2019, en Reyes se fue con su marido a Riat, capital de Arabia Saudita, donde él trabaja, y cogió un resfriado. El 11 de enero ya estaba ingresada. Allí estuvo en la UVI mes y medio, hasta que se vieron obligada a trasladarla a España, en un avión medicalizado, porque en el país del Golfo no le podían retirar el respirador.

Así que vino a Toledo, por su reconocido equipo de Neumología, para quitar los respiradores. Siendo de Villarrubia de Santiago, para Sol fue como llegar a casa. Para entonces había perdido la movilidad, «yo solo movía el dedo gordo del pie derecho, y un poquito». No respiraba, ni comía, ni hablaba. Tras quince días más en UVI, le quitaron el respirador, le subieron a planta y poco a poco, «muy poco a poco», insiste, fue recuperando la movilidad. Comenzó ya a hablar a finales de mayo, para que la comenzaran a levantar de la silla en julio.

Fue justo salir de la UVI y a los pocos días se decretó el Estado de Alarma. Llegó un momento en el que Sol no sabía si aquello era verdad o estaba viviendo un sueño. Así que apagó la televisión y no quiso saber noticias de la Covid.

Sol no podía recibir visitas. A pesar de todo eso, repite una y otra vez que «mi experiencia en Parapléjicos fue buenísima». En aquellas circunstancias tan especiales, con el hospital cerrado, tan solo podía tener contacto con la gente de dentro, «mi familia era la gente que me trataba en el hospital, las auxiliares, los celadores y las enfermeras». Esa circunstancia incidió en que «tuviera una relación muy especial con mucha gente de allí», personas que no solo la ayudaban a sanar, sino que supusieron un soporte psicológico. Ella estaba en una habitación muy cerca al control de Enfermería «y creo que cuando yo daba la vuelta a la esquina de esa galería y la gente que estaba en el control me veía ya sabía si estaba bien o estaba mal, y se pasaban conmigo a la habitación. Me han ayudado mucho». Después de tanto tiempo, «tengo allí un grupo de gente a la que considero amigos». Todo ello, más allá de la gran profesionalidad de quienes saben tratar a quienes están esas situaciones, débiles y vulnerables.

El libro. Fueron más de dos años en los que Sol aprovechó para escribir, «no podía hacer mucho más, entre la Covid y mi estado».

Fue el servicio de Terapia Ocupacional quien le instaló un ratón con un brazo mecánico en la mesa de su habitación, que le permitió acceder al ordenador con un teclado virtual, para leer, escribir, ver películas o hacer videoconferencias. Lo hacía moviendo la barbilla.

Así que, confiesa Sol, «comencé a escribir porque no me quedaba más remedio, no tenía muchas más cosas que poder hacer, y porque  me gusta también, evidentemente». Pero, «siempre digo que eso es lo que me salvó la vida, por lo menos, la psicológica».

Su libro recoge en realidad dos historias, una ficción histórica y su propia realidad en la enfermedad. Por aquel entonces, Sol estaba leyendo el libro de Ventura Leblic, con datos de 1520 sobre una epidemia de viruela, la sequía y la Guerra de las Comunidades. De ahí salió una ficción que trancurría hace cinco siglos. Al mismo tiempo, hay una autobiografía de lo que vivió aquel 2020 hasta su alta del hospital en abril de 2022. Son dos historias diferentes, aunque con correlación, «porque lo de 1520 parecía lo que estamos viviendo ahora, la pandemia, crisis política y cambio climático; parece que no nos libramos de los mismos problemas, aunque pasen muchos siglos».

Así que, concluido el libro en agosto, Sol lo presentó en Toledo el 21 de diciembre, como no podía ser de otra manera, en el Hospital Nacional de Parapléjicos. Para su sorpresa, ha tenido más repercusión de lo que esperaba. «Ahora sí que tengo ilusión porque creo que hay mucha gente a la que le puede servir, me escriben para preguntarme por sus familiares enfermos, lo que a veces también me asusta un poco, porque no soy médico, ni psicólogo, y a veces no sé muy bien cómo manejar el tema para ayudar a la gente, tampoco quiero dar falsas esperanzas, aunque estoy segura de que la mayoría de la gente se recuperará», concluye.