La guerra que unió al mundo

G. Koleva - M. R. Y. (SPC)
-

La invasión de Ucrania no ha hecho más que fortalecer la alianza de Occidente ante una Rusia más aislada. La «operación militar especial» se ha convertido en una ofensiva cuyo final parece lejano. Un reforzado Zelenski exige a sus socios más armas

La localidad de Bajmut es el epicentro de los combates desde hace semanas. - Foto: Reuters

Muerte, destrucción, terror, desolación... Se quedan cortas las palabras para describir una guerra y todo lo que provoca. Y más tras un año de conflicto que ha cambiado para siempre la vida de millones de personas, sacudiendo los cimientos de todo el mundo. El 24 de febrero de 2022, Vladimir Putin cumplió sus amenazas y miles de ucranianos amanecieron entre bombas. Prometía ser una «operación militar especial» relámpago para liberar el Donbás, pero la ofensiva no ha hecho más que recrudecerse con el paso del tiempo.

Primero llegaron los ataques a ciudades como Kiev, Járkov o Jersón. Después les siguieron otras localidades como Chernígov, Mariúpol o Leópolis, esta última fronteriza con Polonia, lo que activó por primera vez las alarmas de la OTAN ante el peligro de que las ansias de poder del Kremlin le hicieran desplegar sus tentáculos en territorio aliado.

Uno de los episodios más tensos se vivió en torno a la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, que finalmente cayó en manos rusas en medio de la alerta internacional por el temor a un accidente nuclear. Pero si hubo unas imágenes que han quedado para siempre grabadas en la retina de todo el mundo, esas fueron las de las fosas comunes halladas en los alrededores de Kiev, especialmente en Bucha, con cientos de civiles muertos que dejaron las tropas de Moscú tras su retirada de la zona.

Ahora, 12 meses después del inicio de bombardeos, éxodos masivos y conquistas del Kremlin como la ansiada región de Lugansk, el epicentro de los combates se sitúa en Donetsk, donde las Fuerzas Armadas ucranianas han logrado repeler, por el momento, varios ataques enemigos. De hecho, la respuesta militar de Volodimir Zelenski y el apoyo de sus aliados occidentales han frustrado en parte las expectativas de Putin, cuyo Ejército ha sufrido grandes bajas en los últimos meses.

Para compensar las pérdidas, Rusia respondió en octubre con una «movilización parcial» en el campo de batalla, aunque sin grandes avances más allá de la toma de Soledar en enero y una aproximación a la estratégica Bajmut, si bien es cierto que la gran ofensiva se espera para las próximas semanas. 

Por eso, el líder ucraniano no ha dejado de apremiar a la comunidad internacional a que acelere el envío de más armamento a Kiev con el que frenar, no solo un envite ruso en su territorio, sino también una «Tercera Guerra Mundial», tal y como ha denunciado en reiteradas ocasiones.

todos a una. Unas advertencias que parecen haber calado entre los principales líderes occidentales, cuyas alianzas no han hecho más que reforzarse. Tanto la Unión Europa como la OTAN han mostrado su férreo respaldo a Zelenski, bien sea suministrado misiles y tanques a su Ejército, adiestrando a uniformados ucranianos en territorio aliado, aprobando una infinidad de paquetes de sanciones contra Moscú o, incluso, viajando al país invadido, como dejó patente hace apenas unos días el presidente estadounidense, Joe Biden, al presentarse por sorpresa en Kiev.

Tal ha sido el apoyo de los aliados, que Putin tiene a su claro culpable de que el conflicto se esté extendiendo tanto en el tiempo. Así lo hizo saber esta misma semana en su esperado discurso sobre el estado de la nación, en el que acusó a Occidente de ser el «único responsable» de la tensión geopolítica en el mundo.

Convencido de que su derrota en el campo de batalla «es imposible», el jefe del Kremlin quiso dejar claro que cualquier armamento suministrado a Ucrania es una «amenaza» a sus intereses y está dispuesto a defenderlos, sea como sea, y cueste lo que cueste. Incluso si es necesario volver a agitar antiguos temores tras su decisión de congelar el cumplimiento del último tratado de desarme nuclear aún vigente entre Rusia y EEUU.

La tensión es máxima y seguirá siéndolo durante meses, ya que lejos de que el conflicto vaya a parar, el propio Putin avisó que iría para largo. Y está claro que es él y solo él quien tiene la llave para que esta guerra pueda acabar.