De la gloria al diván

Santiago Aparicio (EFE)
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Garbiñe Muguruza celebra el quinto aniversario de su victoria en Wimbledon en un año en el que está acumulando importantes derrotas

De la gloria al diván

Un lustro después de disfrutar de una de las tardes más felices de su vida deportiva, de llegar a reinar en uno de los lugares donde solo se asientan los elegidos, Garbiñe Muguruza está en el diván para reanimar el talante que no hace mucho la hizo grande y que de pronto la tiene arrinconada entre penumbras. Yes que hoy se cumplen cinco años de su primer Wimbledon.

Ha sido en un abrir y cerrar de ojos como la realidad de la caraqueña ha dado un giro radical. Solo unos meses atrás, Garbiñe salía del aeropuerto de Guadalajara (México) con el doctorado de Maestra bajo el brazo después de ganar las Finales WTA. La primera española en alcanzar tal consideración cerraba el 2021 a lo grande.

Fue aquella la última sonrisa que se recuerda en el rostro de Muguruza en una cancha. Desprende alegría casi siempre Garbiñe habituada a decorar su semblante con trazos de entusiasmo al compás del ritmo latino en el que se desenvuelve en cuanto tiene oportunidad.

No parece ser el caso ahora. Recién culminada la actividad en la hierba de Londres donde esta vez la española ha tenido una presencia intrascendente, desapercibida, efímera.

Parece muy lejano ese 29 de junio, 16 días antes de que este 2022 alcanzara el 15 de julio, tal y como aquella vez, aquel momento del 2017. Ahora, en la retina, asoma la imagen más reciente; la de cuando la tenista recogía el raquetero a los pies de su banco de la pista 2 del All England Club para abandonar, cabizbaja, el tercer Grand Slam del curso.

Había perdido por 6-4 y 6-0 contra la belga Greetje Minnen, una jugadora de 24 años con una carrera trivial, sin partidos memorables y que hasta ese día nunca había podido vencer a una rival situada entre las 10 mejores del mundo. Ya no tuvo más recorrido la jugadora de Turnhout que vivió su día de gloria.

Nada que ver con aquella vez hace un lustro en esa tarde de sábado en la pista central de la Catedral cuando la pupila de Conchita Martínez, la otra única española que gobernó en Londres, 23 años atrás, invadía a lo grande el circuito femenino. Una victoria contundente sobre Venus Williams (7-5 y 6-0) asentaba a la caraqueña en el primer plano del tenis internacional y la distinguía como una de las pretendientes claras a su cetro.

Garbiñe Muguruza no hizo más que acomodar el vaticinio de los expertos que advertían en la española en medio del esplendor de un futuro cargado de buenas noticias y éxito. Con unas condiciones atléticas privilegiadas y una técnica desarrollada había conseguido madurar lo suficiente su mentalidad, ya ganadora.

No era nuevo para Garbiñe formar parte de la fiesta final de Wimbledon. Ya ocurrió dos temporadas antes cuando fue superada en el último partido por Serena Williams. Era el verano del 2015. Estaba entonces en pleno crecimiento. Era su primera vez. Sin experiencia.

Un curso después Muguruza no dejó pasar el tren y en París, en Roland Garros, en el 2016, consiguió su primer Grand Slam. Fue la dulce venganza ante la menor de las Williams, la número uno del mundo.

Pero lo mejor estaba por venir. El título en el All England Club y el asalto a la cima de la clasificación mundial. Solo Arantxa Sánchez Vicario había conseguido instalarse en el primer lugar del 'ranking'. 

Fue ese 2017 el mejor de Garbiñe. Ese que ahora añora en el diván en el que acomoda la reflexión y en el que hurga en busca del remedio.

«Este Wimbledon ha sido un poco pesadilla para mí. He tenido malas sensaciones. Mi nivel no ha estado como otros años esta vez», reconoció la jugadora española que el próximo 8 de octubre cumplirá 29 años.

El All England Club reafirmó el mal año por el que transita Muguruza, aún décima del mundo y sin final alguna en lo que va de temporada. La poseedora de 10 títulos del circuito no se ha dejado ver en lo que va de 2022. Los cuartos de Sydney en enero y en Catar, en febrero, son su techo en lo que va de ejercicio.

Ni en Roland Garros ni en Wimbledon superó la primera ronda. Se marchó de París y de Londres sin conocer la victoria. Antes, en el Abierto de Australia, el otro grande donde llegó a jugar una vez, en el 2020, una final, solo superó un tramo. Ganó en su debut a la francesa Clara Burel pero perdió después con la también gala Alize Cornet. En estos seis primeros meses solo ha ganado ocho partidos. Ha perdido 12.

Meses duros

«Estos seis últimos meses han sido duros lidiando con derrotas, frustración y presión, competir en Roland Garros y Wimbledon, torneos que adoro, con toda la preparación y esfuerzo que todo mi equipo ha hecho, no encontrar mi tenis, ha sido emocionalmente difícil».

Garbiñe Muruguza afronta el resto de temporada aún con el panorama abierto y numerosos retos. A pesar de que en sus últimas dieciséis presencias en los torneos de Grand Slam solo ha conseguido llegar a algunos cuartos de final, tiene de cara la puesta en marcha del Abierto de Estados Unidos. Aunque en Nueva York nunca ha brillado.