La Hermandad de Nuestra Señora de la Guía ha vivido esta tarde una emotiva jornada de romería. El tiempo acompañaba y la procesión ha vuelto a dejar patente patente la devoción de los vecinos de Santa Bárbara hacia la Virgen de la Guía, que un año más ha recorrido los abruptos terrenos del campo de maniobras de la Academia de Infantería, esta vez en la víspera de  la toma de posesión del coronel Álvaro Díaz como nuevo director de esta institución castrense.

A hombros de doce cargadores, la talla de la Virgen salió de su escondida ermita que este año ha sido encalada para 'celebrar' la vuelta a la normalidad postCovid. Tal vez por esto, más de un centenar de personas disfrutaron de una de las romerías más desconocidas y con más encanto de las que jalonan el calendario de fervor mariano de la capital regional.

Uno de los puntos fuertes de la procesión es su abrupto recorrido por uno de los cerros del campo de maniobras del centro de formación castrense, que cada 12 de octubre se abre al barrio que lo acoge. Los cargadores, además de pendientes de  las instrucciones que marca el capataz, también tienen que estar mirando al suelo para evitar tropezarse con la multitud de piedras y salientes que salpican un recorrido desde el que se divisa tanto Santo Bárbara como el Polígono y, cómo no, la Academia, el Alcázar y hasta la Catedral, configurando así una de las vistas más desconocidas de una ciudad que deslumbra a vecinos como a visitantes.

La Virgen de la Guía procesiona por el campo de maniobras de la Academia de Infantería.El esfuerzo tuvo, sin duda, recompensa. Tras regresar a la ermita, cantar una Salve y bailar a la Virgen, a todos los asistentes les esperaban unas riquísimas roscas y unos porrones con limonada para aliviar el  esfuerzo. Antes, por la mañana, no faltaron las tradicionales quínolas.

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