Joel Ramírez primer nombre del Alfarero de Plata 2023

Mario Gómez / VILLASECA
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El novillero madrileño realiza una maciza faena gustándose ante un gran novillo de Pablo Mayoral. Se lidiaron erales de Pablo Mayoral (1°, 2° y 5°) sosos salvo el notable 5°, y de Benjamín Gómez (3°, 4° y 6°) voluminosos y complicados

Ramírez realizó la primera gran faena del Alfarero de Plata 2023. - Foto: M. Gómez

El primero de la tarde resultó flojito de fuerzas. Ante esto el sevillano Javier Illanguas procuró correrle la mano a media altura ante las acometidas bruscas de un animal que se revolvía sobre las manos. Soltaba la cabeza el de Pablo Mayoral, e Illanguas se mostró firme y despejado ante un animal que si veía hueco se colaba y se quedaba mucho más corto de lo habitual. Mucha flexibilidad en el cuello, que le hacía revolverse muy pronto. Intentó doblarse por bajo en el cierre, con más voluntad que lucimiento, y con la espada se dilató en exceso.

En la agónica huida del segundo, el francés Rafael Ponce de León encontró la virtud de la paciente espera. Salió con la muleta muy dispuesto y procuró ganarle siempre el paso al gris de Pablo Mayoral. Dulce embroque y protestada salida del muletazo, hasta que Ponce de León se hizo con él y le corrió la mano al natural. Las manoletinas finales calentaron al público, pasándoselo muy cerca, y a pesar de que en el primer intento la estocada quedó envainada, y que dejó una entera al segundo, las prisas por coger el descabello, que no anduvo certero dejaron todo en palmas.

Pedro Andrés Arija sorteó en tercer lugar un animal de mucho trapío de Benjamín Gómez. El Santa Coloma, con trapío de utrero, lo hizo bien cuando el capote fue bajo y con mando. Cuando cogió la muleta pretendió ahormarlo por bajo, una guerra en la que el eral también mostró sus credenciales y un motor y repetición que puso en liza la emoción. Se vino a menos el animal y planteó una batalla en la que comenzó a frenarse a mitad del muletazo y salir con la cara por alto. Pedro Andrés estuvo dispuesto, intentando mostrar su concepto ante su oponente, pero la espada es una asignatura a mejorar. Saludó una ovación motivada por sus partidarios.

Felipe Proenza dejó dos soberbios pares al complicado sexto y fue obligado a saludar.Felipe Proenza dejó dos soberbios pares al complicado sexto y fue obligado a saludar. - Foto: M. Gómez

Fran Fernando no brindó su novillo. Un eral, aún con más cuajo que el anterior y más descarado, con el que el novillero sabía que la tarea no era sencilla. Ya en el capote se vino por dentro y a pesar de que el espada quiso estirarse a la verónica y por derechazos después, su oponente no daba facilidades. Al natural se tragó una tanda, hasta que perdió las manos y supo lo que había a su alrededor. Aún así se dejó en idas y venidas siempre con la cara por las nubes. Le perdió la cara y fue topado y pecó de no alargar más las series, acabadas con tres y el de pecho. Se alargó demasiado y con la espada no estuvo lucido y escuchando dos avisos e incluso recibió un pitonazo en el pecho que el arrancó el chaleco.

El 5°, de Pablo Mayoral, fue protestado de salida por feo y por chico. Quizá el rasero de los anteriores hacía ver poco animal. Joel Ramírez quiso saludarlo con gusto, toreando a la verónica, y ya con la muleta, se vio un torero con muchas cosas por decir. Ramírez buscó un torero profundo ante el mejor del festejo, con la virtud de saber le dejar la muleta muerta por delante y tirar de él. El garbanzo de Pablo Mayoral, no era negro; sino un bombón de crema para disfrutar el toreo. Y así lo hizo el madrileño, que alternó ambos pitones y cuando el trazo largo se acabó, acortó distancias. Anoten su nombre. Cerró por torerísimos ayudados por altos, gustándose y poniendo de su lado al respetable, lo que unido a una gran estocada, un puntito tendida y trasera, lo que demoró el efecto, le sirvió para pasear un trofeo.

El sexto volvió a ser de Benjamín Gómez y volvió a ser un tío. Destacó en dos impresionantes pares el banderillero portugués Felipe Proenza, quien a pesar de sólo corresponderle una pasada, cogió los palos por duplicado para aligerar la lidia. Dejó dos soberbios pares y fue obligado a saludar tras una atronadora ovación. De premio. El novillero Javier Aparicio hizo frente con la muleta a un animal exigente que no terminó de centrarse. Quiso el espada hacerle las cosas bien, pero su oponente salió siempre desentendido. Buscó embestir al bulto y no dejó a Aparicio nada más que justificarse.

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