En 2005 los dirigentes sanitarios de la región detectan que, tras 27 años de funcionamiento, el edificio del Hospital Nacional de Parapléjicos había agotado su capacidad de dar respuesta a los nuevos retos planteados por los avances científicos. La aparición de nuevas tecnologías y el mayor nivel de desarrollo alcanzado por la sociedad demandaba, para seguir mejorando la calidad asistencial del centro, una revisión integral de su arquitectura.
Se necesitaba modernizar la organización general del hospital con una nueva zonificación y estructura de circulaciones; ampliar y mejorar los espacios asistenciales para reforzar áreas estratégicas, como la investigación, zona ambulatoria y terapias; mejorar la calidad hotelera para adecuarse a los niveles actuales, modernizando las habitaciones y potenciando los espacios de estancia de pacientes; integrar y aprovechar el potencial de entorno del edificio, tanto en zonas de esparcimiento como de servicio, y redefinir los sistemas y esquemas de instalaciones siguiendo los criterios de sostenibilidad y eficiencia.
El edificio antiguo tenía forma de ‘X’. En la rótula central de la planta segunda se desarrollaban todas las comunicaciones verticales. Esta configuración monobloque dificultaba el crecimiento e imposibilitaba la segregación de circulaciones necesaria en un hospital de este tamaño. El esquema de ampliación rompe la centralidad del edificio inicial. Uno de brazos se prolonga creando un gran espacio de circulación horizontal que incluye la Rampa del Paciente, una de las apuestas fuertes del proyecto, que permite a los usuarios alcanzar los distintos niveles y usos con comodidad, un lugar luminoso, con buenas vistas hacia el río, que será una de las señas de identidad del nuevo hospital.
Además, todas las plantas pasan a disponer de grupos de ascensores diferenciados y corredores longitudinales que, en el caso de la planta sótano, serán de servicio y en la planta baja, ambulatorio y clínico estarán entrelazados para acceder a las consultas fácilmente.
La reforma da como resultado multiplicar por cuatro la superficie destinada a consultas ambulatorias (de 600 a 2.400 m2), aumentar seis veces los espacios destinados a actividades de investigación (de 520 a 3.200 m2) e incrementar el número de camas (de 245 a 278) del centro. Una ambiciosa apuesta que se ha ido terminando paso a paso, pero a la que aún le faltan algunos detalles como la puesta en marcha del moderno área de investigación con animalario incluido.