Búsqueda de tesoros por Toledo

J. Monroy | TOLEDO
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Cada vez son más los adeptos al geocaching que recorren las calles de Toledo en busca de pequeños tesoros ocultos y puntos de vista insólitos de la ciudad, en un juego que mezcla deporte y perspicacia

Búsqueda de tesoros por Toledo

jmonroy@diariolatribuna.com

Una forma alternativa de hacer turismo en Toledo o de descubrir lugares poco conocidos está ganando adeptos en la ciudad. Se trata del geocaching. En el denominado en el juego como ‘Torreón escondido’ es normal ver acudir a grupos de personas con el móvil o dispositivo GPS en la mano. Se paran arriba, disfrutan de unas vistas de la ciudad que sin el juego no habrían conocido, y de  inmediato comienzan a palpar el muro en busca del tesoro. Lo hacen con disimulo, para que los ‘mugles’ (personas ajenas al geocaching) no los vean. Cuando encuentran un pequeño tubo alargado, se suele escuchar un grito de alegría. Registran el hallazgo en el libro de firmas, cae alguna foto, y por el siguiente.

El geocaching es un juego surgido en 2000, que ya tiene escondidos más de dos millones de pequeños tesoros a lo largo del mundo, incluso debajo del mar. Los jugadores, registrados por internet, buscan generalmente los cachés gracias a las coordenadas GPS y varias pistas. Aunque algunas veces la cosa se complica más, y hay que pasar por varias pruebas hasta encontrar el tesoro definitivo. En su interior, suele haber un libro de firmas, y quizás algún objeto que han dejado otros participantes. En ocasiones especiales, hay ‘rastreables’, o piezas que van recorriendo el mundo de mano en mano de los participantes, siempre con un objetivo.

En Toledo hay escondidos 24 cachés, la mayoría de ellos con vistas al Casco histórico, aunque también en barrios como Polígono, Santa Bárbara o la avenida de Europa. La mayoría son normales, aunque también existe un multicaché, un caché virtual o un dificultoso puzzle. La búsqueda puede llevar a los jugadores al cerro del Bu (por un caché muy valorado), a los pies del acueducto romano o por la senda ecológica del Tajo.

Experiencias. Nowadays & Fixius están estos días por Almería y durante su veraneo buscan cachés. Hoy precisamente van a Cabo de Gata para proseguir el juego. Ellos son unos geocacheros medianamente expertos, llevan en torno a un año jugando, y unos 62 tesoros encontrados. Durante los últimos meses, ha comenzado a aportar al juego escondiendo cachés por el barrio del Polígono. Llevan tres, uno junto a al ‘rotonda de los patos’ y otros dos más en sendos miradores. Eso de momento, porque ya anuncian que están preparando un multicaché, con varias pistas por la ciudad.

«Si no fuera por el geocaching, creo que no visitarías determinados sitios, como playas escondidas o vírgenes», explican. Ellos recuerdan con admiración el caché del paseo de madera de Gandía, una especie de tronco, que se mimetizaba por completo con el entorno. El más complicado fue el de la Ruta del Quijote de Toledo, el plena senda ecológica. Fue complicado, advierten a quienes lo quieran buscar, por la dificultad del terreno, que con las lluvias se volverá a llenar de zarzas. ¿El más bonito de Toledo? El de las Cuevas de Hércules, en el cerro del Bu. Ahora mismo, sólo les restan tres cachés en la ciudad, que a este paso encontrarán pronto, mientras animan a los toledanos a unirse a su hobby, que es divertido y una forma más de hacer ejercicio.

Ana por su parte también busca cachés por Toledo, sobre todo en compañía de su pareja y de su perro. Fue curioso cómo se metió en este mundillo. Estaba dando una vuelta por Toledo y vio un grupo de geocachers. Se quedó mirando, le explicaron en qué consistía el juego y desde entonces se enamoró del juego. Después, ella misma se lo ha explicado a más gente, como unos primos suyos, que también se han enganchado.

Uno de los cachés que más le han gustado a Ana fue el primero que encontró, el del acueducto de Toledo, que le mostró el monumento. A partir de ahí, comenzó a conocer mejor la ciudad gracias al juego. Y destaca la dificultad del Mincha of Mega, que le costó meses. Ahora está buscando todavía el de las Puertas de Bisagra. Es muy interesante, dado que hay que descifrar las coordinadas a partir de varios monumentos descritos en un mapa de bronce en el interior de las puertas. «Ya nos miran hasta raro, porque está en un parque infantil, pero no hemos sido todavía capaces», explica. De hecho, Ana advierte que buscando el Mincha of Mega, tuvo que dar explicaciones a un policía, que le preguntó por su interés por la zona.

Después de haber estado por Tarragona, Ana advierte que «es una pena que dentro del Casco sólo haya dos cachés». Le gustaría ver más escondidos en los grandes puntos significativos de la ciudad. Sin embargo, explican Nowadays & Fixius, el problema en el Caco es que hay poca cobertura de GPS, y por eso no hay tantos cachés.