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Durante los últimos años, la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Toledo ha tenido a un inquilino muy particular. Se trata de Pedrito, un gato callejero así bautizado por los alumnos, y al que se permitía vivir en la universidad. Algunas voluntarias le daban de comer y lo llevaban al veterinario. Pedrito es un felino curioso y cariñoso, que parecía contar con la simpatía de alumnos, profesores y personal laboral.

Sin embargo, la persona que durante este verano le estaba dando de comer, encontró a Pedrito la pasada semana al borde de la muerte. Había recibido dos balazos, uno bajo la cabeza y otro en la pata delantera izquierda. No contento con eso, el agresor parece que también envenenó al gato, según las personas que lo están atendiendo, dado que tiene una diarrea muy grave con diarrea, que hasta ayer mismo se tradujo en coágulos de sangre.

El animal está ingresado en una clínica veterinaria de Toledo, donde lo están atendiendo. Aunque ya ha dejado de expulsar los coágulos, lo cierto es que continúa sin comer ni beber, y tiene que estar sondado para alimentarse a través de suero. Además, el felino  es positivo a inmunodeficiencia y tiene gingivitis, enfermedad que ya tenía desde hace tiempo, motivo por el que le pinchaban Convenia y Corticoide cada cierto tiempo.

Las redes sociales piden ayuda para difundir el caso y buscar un nuevo hogar para el gato en cuanto este estabilizado. Las personas que lo atienden advierten de que no  puede volver a la facultad, porque no es un lugar seguro. Tras lo ocurrido, temen que vuelvan a atentar contra Pedrito y terminen por matarlo.

También se pide ayuda para pagar la hospitalización del gato. De momento, la voluntaria que lo encontró moribundo se ha comprometido a hacerlo a plazos. Pero son muchos días, y en las redes sociales también se piden ayuda para esta intervención.

Un gato muy cariñoso. Se dice en la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Toledo que allí hay tres ‘pedros’ importantes, el santo, el decano, y el gato. Pedrito era toda una institución muy querido en los pasillos, un gato muy cariñoso, que se acercaba a cualquier persona ronroneando.

En invierno, era habitual encontrar a Pedrito durmiendo la siesta sobre los radiadores de la facultad, o sobre un montón de periódicos gratuitos. Cuando se levantaba, comenzaba a pasearse entre las piernas de los alumnos y ronronear, en ocasiones incluso se subía encima, buscando caricias. Hoy recuerdan quienes ya lo echan de menos lo que se reían viendo cómo los encargados de la biblioteca o de seguridad perseguían al felino para echarlo de esa instalación. Él, caprichoso, no llegaba a entender por qué no le dejaban estar en aquella parte de su casa, que era la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales.

El gato tiene unos cuatro o cinco años.

La noticia de la agresión contra Pedrito ha prendido como la pólvora por las redes sociales, donde se reproducen las muestras de apoyo y la condena hacia el autor de este acto. Algunos comentarios alertan de que no es la primera vez que aparecen en el Casco gatos envenenados o con perdigonazos. Precisamente, apuntan a estas agresiones como la causa de su descenso durante los últimos meses.