Desciende un 4 por ciento el número de usuarios del comedor social de Cáritas

D.P.
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En el primer semestre de 2015 las instalaciones situadas en la calle Fernando de Rojas dan 30 comidas diarias, unos datos ligeramente inferiores a los registros de finales del 2014

El numero de usuarios que visitan a diario el comedor social de Cáritas ha descendido un cuatro por ciento en el último semestre. Estos datos se desprenden del informe realizado por la institución humanitaria durante  este primer semestre del año que su presidente, Ricardo Riesco, adelantó ayer a este diario. «Más o menos se mantiene con una ligera tendencia a la baja porque muchos inmigrantes se han ido a otros países y algunas personas han encontrado trabajo y han dejado de ser usuarios nuestros», explicó.

Durante los seis primeros meses de 2015, la sede central situada en la calle Fernando de Rojas ha dado 30 comidas diarias a todas aquellas personas que lo necesitan. Además, en el mismo periodo han entregado a diario 55 ‘tupper’ de comida para aquellas personas que tienen su propia residencia y cuentan a su cargo con hijos.  «No todos los usuarios que vienen a nosotros necesitan comer en nuestro comedor, aunque sí tienen necesidades de comer en su vivienda. A estas personas les damos bolsas de comida que las dividimos por unidad familiar», aseveró.

En total en el primer semestre la institución ha repartido 91.785 kilos de alimentos. Y es que cada una de las bolsas que entregan, dependiendo del número de personas que compongan la unidad familiar, puede llevar 12,18, 21 o 29 kilos.

Principalmente los alimentos que se entregan a estas personas son de primera necesidad: leche, aceite, azúcar, harina, lentejas, garbanzos, arroz, pasta, galletas, tomate, judías, queso, café, caldo, zumo, pan de molde, colacao, o atún. Además, en ocasiones excepcionales como sucede en la actualidad, también se entregan otros alimentos regalados como es el paté. «Ahora (por ayer) nos viene un camión de fruta por lo que podemos entregar más fruta a aquellas personas que nos visitan», indicó.

Por otro lado, Riesco señaló que en algunos alimentos, como es el caso de la leche, la institución es deficitaria. «Las donaciones que recibimos de ese producto no cubren las necesidades que tenemos para nuestros usuarios. Normalmente solemos comprar unos 5.000 litros de leche mensuales con nuestros recursos económicos», indicó.

Cáritas tiene acuerdos con buena parte de los supermecados de la ciudad y empresas de alimentación que donan mensualmente numerosos alimentos. Gracias a ellos, y a la colaboración ciudadana, es posible que puedan dar respuesta a los usuarios que acuden a diario a sus instalaciones en  busca de un plato de comida.

Dentro de los kilos de alimentos recogidos en este primer semestre de 2015, la institución ha recolectado 81.523 kilos, una cifra similar a la del año anterior en este periodo. Pese al alto número de productos de primera necesidad recogidos, todavía la balanza de productos recibidos y entregados cuenta con un saldo negativo de  algo más de 10.000 kilos, por lo que desde Cáritas demandan un esfuerzo más para equilibrar estas cifras.   

La institución humanitaria cuenta todavía con un almacén bastante nutrido gracias a la campaña de Navidad del pasado año.  Unos alimentos controlados escrupulosamente en su fecha de caducidad.

Albergue.  El albergue ha alojado a diario durante el primer semestre del año a una media de entre 15 y 20 personas todos los días.  A muchas de ellas hay que dotarles de su medicación pertinente, una labor muy estricta puesto que algunos de ellos tienen procesos adictivos y los profesionales que se encargan de ellos tienen que extremar todas las precauciones. La capacidad del albergue es de 22 personas.

En cuanto a la recogida de ropa, Cáritas recibe donaciones de particulares, además de contar con contenedores en parroquias de la ciudad y de la zona de la campana de Oropesa. Mensualmente se recogen del orden de 10.000 kilos de ropa, muchos de ellos, en buen estado y uso que pueden ser utilizados por las personas que visitan a diario el albergue. Además, las indumentarias en peor estado, se venden a un bajo precio que permite a la institución contar con sus recursos económicos para adquirir algunos productos básicos como la leche.