Una poderosa y completa mirada

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La exposición se articula en ocho bloques. El Greco y la modernidad abarca desde influencias personales hasta movimientos y estilos, arte europeo y norteamericano, antes y después de la II Guerra Mundial

Una poderosa y completa mirada - Foto: JUAN LAZARO

La exposición El Greco y la Modernidad, instalada en los espacios para exposiciones situados en la ampliación de los Jerónimos del Museo del Prado, ofrece a los espectadores un discurso articulado y coherente que se inicia en la segunda mitad del sigloXIX y que abarca desde la influencia del Greco sobre artistas individuales -Pablo Picasso, en especial- hasta su presencia en movimientos como el expresionismo germánico, su impacto en América y la influencia desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. En total, ocho bloques temáticos en donde el espectador tendrá la ocasión de admirar obras del Greco tan poderosas como el Laocoonte («un préstamo de extraordinaria generosidad por parte de la National Gallery de Washington», según el director adjunto Gabriele Finaldi) y de revisarlas a la luz de nuevas miradas, de otros artistas «que siglos después encontraron en el Greco a un gran compañero de viaje».

La modernización de la pintura. El primer bloque refleja el interés de los pintores españoles del siglo XIX por la obra del Greco. Mariano Fortuny apreciaba la frescura del colorido del cretense y la captó en su acuarela La Trinidad, presentada junto al original del Greco. También su cuñado, Ricardo de Madrazo, fue autor de muy certeras copias como la de Caballero anciano. Esta fascinación alcanzó a artistas norteamericanos como Chase y a franceses como Manet, influido por el Greco en Cristo muerto con ángeles. La sección finaliza con la vinculación entre Cézanne y el Greco como una de las ideas en las que se fundamentó el origen de la pintura moderna, ya que ambos artistas influyeron decisivamente en el cubismo y el expresionismo. Bañistas y la Dama del armiño, según el Greco, del artista francés, son ejemplos de esta influencia. Junto a estas obras se exponen dos de las publicaciones que contribuyeron a la difusión de la imagen de la Dama del armiño: Annals of the artists of Spain, de William Stirling Maxwell, e Histoire des peintres de toutes les écoles. École espagnole, de Charles Blanc.

Javier Barón es jefe de Conservación de Pintura del siglo XIX.Javier Barón es jefe de Conservación de Pintura del siglo XIX. - Foto: JUAN LAZARO

Picasso y el cubismo. Este apartado analiza las sucesivas aproximaciones de Picasso a la figura del Greco. Los dibujos que aquel realizó a finales del XIX y comienzos del XX revelan su interés por el pintor cretense. Una influencia que se hizo muy intensa en las obras expuestas de su período azul como El entierro de Casagemas, en la que se muestra la huella de El entierro del señor de Orgaz. Esta sección analiza, además, cómo la obra del Greco tuvo un papel preeminente en los orígenes y la definición del cubismo, puesto que algunos de los artistas influidos por Picasso se inspiraron, a su vez, en el maestro cretense como Derain en el Retrato de Iturrino, Modigliani en el retrato de su amigo Paul Alexandre, y los cubistas checos como Emil Filla y Procházka.

- Foto: National Gallery of Art Zuloaga y Sorolla. El tercer bloque evidencia la notable valoración del Greco entre los artistas españoles a partir de la década de 1890, especialmente Zuloaga. En Mis amigos, el artista vasco reunió una representación de los escritores españoles que apreciaron el arte del Greco bajo la Visión de san Juan, obra que formó parte de su colección personal y que hoy es propiedad del Metropolitan. También retrató a Maurice Barrès, autor del influyente libro El Greco o el secreto de Toledo, que puede verse en la exposición junto a su retrato. Aquí se muestran, también, dos obras de Sorolla con dos de los más reconocidos defensores del maestro cretense: el marqués de la Vega Inclán, fundador de la Casa y Museo del Greco, y Manuel Bartolomé Cossío, autor de la primera gran monografía del artista, publicación que también puede contemplarse. Rusiñol fue también una figura de referencia en la recuperación del Greco, como se refleja en el retrato que le hizo su amigo Ramón Pichot.

El orfismo y su influencia. El recorrido de la exposición se centra ahora en una de las derivaciones del cubismo: el orfismo, el movimiento artístico más vinculado a la obra del Greco. Su creador, Delaunay, se inspiró en San Sebastián para su obra Gitano. También Rivera evidencia la perfecta fusión entre el legado del cretense y el cubismo en su monumental obra Adoración de la Virgen y el Niño que se expone en este ámbito.

El expresionismo germánico. A lo largo de la exposición aparecen publicaciones que se relacionan directamente con la proyección del Greco en la pintura moderna. Tal es el caso de Viaje por España del alemán Julius Meier-Graefe, que supuso el redescubrimiento del Greco por el expresionismo germánico. Artistas austriacos como Schiele y Kokoschka, y alemanes como Macke, Beckmann, Hofer y Steinhardt, recibieron la influencia de una importante versión del Expolio, propiedad de la Alte Pinakothek de Múnich, y del Laocoonte. El holandés Korteweg interpretó muy libremente este original del Greco, como puede verse en la exposición.

La visión de Toledo y el Greco por otros expresionismos. Este ámbito reúne ejemplos de la asimilación de la pintura del Greco en obras como Hombre rezando de Soutine, cuyo sentido ascensional, color arrebatado y pincelada alargada y ondulante revelan la influencia de la obras del cretense, o Visión de Chagall, que toma de La Anunciación del Greco la composición y el asunto. Los paisajes de Toledo también aparecen en esta sección como punto de referencia para las composiciones de artistas como Rivera, Zuloaga, Bomberg y Masson.

América. Esta sección presenta al Greco como modelo y referencia para los pintores norteamericanos del siglo XX, que vieron en el artista cretense un ejemplo estimulante por haberse formado en diferentes culturas artísticas. En México, interesó a los grandes pintores muralistas como Diego Rivera y Orozco. Este último tuvo presente la obra del Greco cuando pintó su Prometeo, de la misma manera que el chileno Matta la tuvo en sus Morfologías psicológicas. El acercamiento al Greco por parte de Pollock, influido por su maestro Benton, se ejemplifica en esta sala con las copias que realizó a partir de las reproducciones del libro de Maurice Legendre, también presente en la exposición.

Figuraciones posteriores a la II Guerra Mundial. La exposición finaliza con las nuevas aproximaciones a la pintura del Greco tras la devastación de la Segunda Guerra Mundial, orientándose hacia una vertiente angustiosamente expresiva. Ejemplos como Escucha, oh Israel, de Bomberg, que se relaciona con Cristo abrazado a la cruz; el escorzo de la Mujer tumbada de Bacon vinculado con el soldado en primer plano de la Resurrección; las copias y retratos de Giacometti y Antonio Saura irradian una energía  característica del Greco. En su etapa final, Picasso se interesó de nuevo del Greco a través de las dos obras más importantes para él, El entierro del señor de Orgaz y El caballero de la mano en el pecho.