Jazz del siglo XXI

J. L. M. / Talavera
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El trompetista Christian Scott ofreció junto a su banda el martes por la noche una nueva y rompedora forma de hacer jazz

El trompetista Christian Scott en un momento de su actuación. - Foto: Peña

Como un elefante en una cacharrería; como un caballo desbocado al que le van a cortar las crines por vez primera; como un torrente de agua que se abre paso salvando todo tipo de obstáculos para llegar al mar; como esa noticia que pone en alerta a todo el mundo y hace que los teléfonos no paren de sonar en las redacciones y enciende las redes sociales. Todo esto vale para calificar el jazz que practica el norteamericano Christian Scott y su banda, protagonistas del concierto de la noche del martes programado dentro del XII Festival de Jazz ‘Ciudad de Talavera’.

La actuación, prevista para las 22:30 horas, comenzó con algunos minutos de retraso, algo que hizo que el numeroso público presente se impacientara un poco. Pero los primeros compases del primer tema despertaron de sopetón a los asistentes, ya que la trompeta de Scott y los mandobles de su batería, Corey Fonville, sonaron como suena un potente trueno antes de la llegada de una copiosa tormenta. Junto a ellos, Luques Curtis se emocionaba al mando del contrabajo y Lawrence Fields tocaba las teclas de su piano de cola como si la cosa no fuera con él.

Además, y para dar un toque exótico y de fusión al jazz que desarrolla sobre los escenarios la banda procedente de Nueva Orleans, el saxofonista Braxton Cook y la flautista Elena Pinderhghes pusieron la nota distintiva, que se encargó de ensalzar aún más la voz rapera del propio Christian Scott y el coro compuesto por Pinderhghes y otra joven vocalista más, Isidora Méndez Scott.

Para los puristas del género, este tipo de música quizá se aleja demasiado de los cánones establecidos (si es que el jazz tiene alguna norma que lo controle), aunque eso no quiere decir que Scott vaya por libre. Aunque da la sensación de que pasa de los convencionalismos, lo cierto es que con su trompeta transmite sonidos que recuerdan a Mile Davis (todo un referente para él) y que parece sacados de la banda sonora de una película de cine negro o de las crónicas radiofónicas de José Luis Alvite desde el Savoy.

No obstante, este clasicismo queda roto cuando entra en acción la batería o la flauta, debido a que el jazz de los de Nueva Orleans se convierte entonces en una fusión de estilos en los que el hip-hop, el pop, el funk o el rock tienen sitio y no desentonan.

Así quedó patente en la actuación que se pudo ver en la Plaza del Pan y así quedará patente seguro en el recuerdo de los que vieron en directo el espectáculo.