En el teatro no luce tanto como en el cine

J. L. M. / Talavera
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La adaptación teatral de 'El hijo de la novia' triunfó en el Palenque, pero es menos atractiva en las tablas que en la gran pantalla

Cuando ‘El hijo de la novia’ se estrenó en los cines españoles en el 2001 supuso todo un descubrimiento para el público patrio del cine que en esos momentos se estaba haciendo en Argentina. Al mismo tiempo, el filme dirigido por Juan José Campanella permitió conocer en España a una serie de actores del otro lado del Atlántico que, aunque ya llevaban tiempo saliendo en la gran pantalla, no contaban ni mucho menos con la popularidad que alcanzaron tras la proyección de la cinta.

El año de su estreno ‘El hijo de la novia’ fue candidata al Óscar como mejor película de habla no inglesa, circunstancia esta que hizo que su promoción se disparara y que las butacas de los cines se llenaran para ver la historia de un estresado hostelero cuya madre tiene alzheimer, cuyo padre quiere casarse por la iglesia con su madre tras casi medio siglo de convivencia, cuyo mejor amigo de la infancia vuelve a cruzarse en su vida, y cuya novia está harta de esperar un mayor compromiso sentimental de un hombre atosigado por las deudas de su restaurante y por las tensiones de un matrimonio que acabó en divorcio.

La versión teatral de esta historia, que interpretan Juan Artero, Álvaro de Luna, Tina Sainz, Mikel Laskurain y Dorleta Urretabizkaia, presenta al espectador una historia prácticamente idéntica, con la lógica variación de que el restaurante que gestiona el protagonista está en Madrid y no en Buenos Aires. No obstante, y pese a que el relato trata de impregnarse de la emotividad, el cariño y el amor que sí pueden verse en el acabado cinematográfico, sobre las tablas del escenario estos sentimientos son menos creíbles y menos vistosos.

Así, en la representación que el sábado por la noche pudo verse en el Teatro Palenque de Talavera los actores desafinaron un poco en momentos claves de la narración, apostando más por la risa fácil en lugar de por alcanzar cotas más elevadas de sentimentalismo. Además, en escenas fundamentales la escenografía no estuvo a la altura, como cuando, tras consumar su matrimonio los padres del protagonista, quedan cubiertos por las sombras en lugar de enfocados con una luz cenital adecuada.

A pesar de todo, el teatro colgó el cartel de ‘entradas agotadas’ el público no dudó en aplaudir con todas sus ganas al final.