Dulcesnavideños. El sabor de los recuerdos

Jorge Fraguas
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El consumo de dulces navideños puede deberse, en parte, a la exacerbación de las emociones en general, a un aumento de la sensibilidad y, como consecuencia, a una mayor búsqueda de satisfacer las necesidades primarias

Dulces navideños. El sabor de los recuerdos

Siempre conviene cuidar la alimentación, siempre. Pero es verdad que a nadie le amarga un dulce y de vez en cuando es no recomendable, sino necesario, darse un capricho. En ocasiones merece la pena descuidar un poco la línea y darse un gusto para el cuerpo, porque aunque partimos de la base de que lo importante de la alimentación no es tanto el comer en sí como el nutrirse, obsesionarse con la comida puede llegar a ser un problema. Por eso, a modo de terapia, hay que vencer el miedo a tener un par de kilos de más y ocasionalmente ‘abusar’ de lo que nos gusta. Comer es un placer y hay que poner en marcha esa máxima, porque, al final, ¿qué es la vida si no se tira de placeres materiales? Pues un ‘rollo’.

Ahora llega el momento idóneo para darse caprichos. Las navidades, si por algo se destacan, es por la comida y, en especial, por los dulces típicos de estas fechas. Sin llegar a abusar en exceso, entre otras cosas para colaborar por evitar el colapso de los servicios de urgencia por los atracones, conviene aprovechar la coyuntura y dejar a un lado la báscula, no en vano, todos sabemos lo que hay que hacer para perder un par de kilos en un tiempo relativamente corto, al igual que es de sobra conocido lo rico que saben los dulces navideños.

Lo que no está tan claro es por qué hay ciertos productos que sólo apetecen en estas fechas. Buena parte de ellos, en concreto los dulces, están elaborados en buena medida a base de almendra, como el mazapán, las marquesitas, los polvorones... y si la almendra, que se usa durante todo el año en diversas elaboraciones, gusta a casi todos, ¿por qué esos productos solo apetecen ahora? Cierto es que en pleno verano es complicado dar con una caja de mazapán, pero ¿realmente apetecería echarse una mazapita a la boca? ¿Por qué no? ¿No carece de cierto sentido?

Amalia Barrera, psicóloga en Enova, aporta algunas claves al respecto. «Es curioso como, a pesar de disponer de todo tipo de alimentos a nuestro alcance durante el resto del año, echamos mano de los dulces sobre todo en esta época. Esto puede deberse, en parte, a la exacerbación de las emociones en general, a un aumento de la sensibilidad y, como consecuencia, a una mayor búsqueda de satisfacción recurriendo a las necesidades primarias». Sin olvidar que en «la sociedad española, y no es la única,  asociada a una larga tradición de celebraciones en general, tendemos a festejar las fechas navideñas con uso y abuso de comida y bebida, y más concretamente de dulces».

Partiendo, por tanto, de la base de que en Navidad se suele estar más sensible -a la vista está la efusividad con que felicitamos el año nuevo a personas con las que apenas tenemos trato y que, pasado este instante, pasan al ‘olvido’-, se entiende esa necesidad de compensar de alguna forma ese estado de ánimo quizás un tanto nostálgico y que a veces nos cuesta gestionar al relacionar esa nostalgia, en ocasiones, con recuerdos del pasado algo duros.

Pero, además, agrega esta profesional, «a través de la estimulación de las vías sensoriales, nuestro cerebro recibe información que reactiva una cadena de recuerdos emocionales, ya que, la información es almacenada en nuestro cerebro en forma de redes neuronales interconectadas. Esto podría explicar por qué determinados sabores, por ejemplo turrones o polvorones, nos facilitan traer al momento presente emociones pasadas relacionadas con el arraigo, la familia, la seguridad, la protección, y la infancia».

No obstante, matiza, «la recuperación de estas emociones es positivo, en muchos casos, pero no en todos, lo cual dependerá de las experiencias vividas y asociadas a estas fechas», de ahí que haya personas que hasta lo dulce les pueda resultar amargo llegadas las navidades, donde las ausencias, en general, suelen tener más presencia.

Uno de los dulces por excelencia es el turrón. Los hay de muchos tipos, pero, al final, siempre triunfan los mismos: el duro, el blando y el de chocolate, lo cual explica que se quiere recordar con sus sabores, volver a esos años pasados a través del gusto. Quizás el que más tirón tendría durante el año si estuvieran al alcance de la mano en todas las estaciones sería el de chocolate, no en vano diferentes marcas han venido sacando tabletas con diferentes sabores que recuerdan a este turrón. Sin embargo, y sin ánimo de dotes futuristas, es más que probable que pese a su sabor chocolateado se quedara en las estanterías casi sin tocar. Hasta ese punto influye en todo la psicología, hasta en la alimentación.

Otro de estos dulces típicos es el mazapán, que también elaborado con almendra es seña de identidad de la historia gastronómica de Toledo. Tanto es así que, según datos de la asociación provincial de productores de mazapán, en la provincia se producen en torno a 2,5 millones de kilos del producto al año.

La Navidad está ya encima, porque por mucho que las tiendas quieran hacer creer que empieza a principios de noviembre, la realidad es que comienza cuando comienza, a mediados de este mes, y estos dulces volverán, sin duda, a ocupar parte protagonista en las mesas. Porque habrá otros alimentos que, por la globalización, hayan ido introduciéndose -cada vez son más las familias que cenan en estas fechas pavo, como en Estados Unidos-, pero seguro que no faltan los polvorones, que al final están dando vueltas hasta marzo y se terminarán desechando en muchas casas, los turrones y el mazapán. Al final, con su compra, aunque muchas veces se base exclusivamente en el hecho de ponerlos encima de la mesa -suponen el final de la cena y la mayoría llega tan harto que no puede con ellos- se colabora con estas empresas productoras y puesto que a nadie le amarga un dulce, qué mejor ocasión para contribuir con la economía a la vez que se da prioridad al sentido del gusto. Por una vez, y sin que sirva de precedente - ‘Salud y Estilo de Vida’...-, comamos hasta hartarnos. Es Navidad...