Un enfermero de cuatro patas

D.P.
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Álvaro García, el joven de cuatro años que padece diabetes mellitus tipo 1, cuenta desde el día 25 en casa con la ayuda de Hugo, un perro adiestrado que detecta sus bajadas de azúcar

Una semana ha sido suficiente  para que Hugo, un perro adiestrado para detectar a tiempo bajadas de azúcar, se gane el cariño de la familia García Mateos. Y es que su hijo de cuatro años, Álvaro, padece desde hace dos diabetes mellitus tipo 1, una enfermedad que le ha hecho ingresar en el hospital hasta en quince ocasiones en el último año por fuertes hipoglucemias. Para evitar llegar a esta situación, este can adiestrado en la Fundación Bocalán situada en Ocaña, se encarga desde el pasado domingo de vigilar la salud del pequeño.

«Álvaro está encantado con Hugo y su hermano también. Desde que hace dos años uno perro  le mordió en un ojo, sentía temor por estos animales pero ahora Hugo le huele de arriba a abajo y, aunque a él le impresiona, de momento lo va tolerando bien», manifestó a este diario el padre del niño, Sergio García.

Este labrador de dos años de edad se ha convertido en uno más en la familia muy pronto. El día 10 de abril la familia acudió a la escuela de adiestramiento de estos animales para iniciar el proceso de adaptación con el animal. «Fuimos entrando poco a poco en contacto con él. Al principio entrenamos obediencia con otros perros y al tercer día empezamos a trabajar con Hugo. Primero nos tuvo que conocer y desde ese mismo jueves comenzó a dormir con nosotros en un hotel», señaló García. Tan buena fue la aceptación por ambas partes que el pasado domingo la familia García Mateos ya contaba con un nuevo miembro en su hogar. «Está completamente unido a Álvaro», aseveró.

En su primera semana en el hogar, ya ha tenido que dar alarma en varias ocasiones a los progenitores del niño, aunque ahora se encuentra en un periodo de adaptación a la vivienda. «El animal está acostumbrado a trabajar con gasas y Álvaro desprende el olor por toda la casa por lo que tiene que acostumbrarse poco a poco» indicó el padre. Y es que durante los seis meses que dura el entrenamiento del animal se entregan al perro muestras biológicas de sudor, aliento y saliva del menor para que vaya adquiriendo su olor.

«De momento está un poco perdido porque cuando tiene una bajada desprende el olor por toda la casa y es complicado para el animal pero poco a poco vamos enseñándole que ese olor sale  de donde esa Álvaro y lo va entendiendo», aseveró.

En la madrugada del miércoles, el niño de cuatro años tuvo una bajada y el perro se paseaba de un lado al otro junto a Álvaro.  «Tras acercarse a su boca le premiamos y así será hasta que se acostumbre a que es el niño el que desprende ese olor y que tiene que ubicarme a mí como receptor», señaló Sergio García. Y es que de este modo el labrador avisará rápidamente cada vez que el niño sufra una bajada al padre y así se evitarán muchos sustos.

«Cuando el perro empieza a dar vueltas sobre el niño y a arrascarse porque se estresa al no conocer de donde procede el olor, quiere decir que tiene una bajada. Ahora es Álvaro quién está reforzando la conducta del animal», señaló el padre.

Carrera solidaria. El pasado 13 de marzo tuvo lugar una carrera solidaria en la ciudad para recabar fondos para que esta familia pudiese hacer frente al importante coste que tiene un animal de esta formación que ronda los 15.000 euros. Un objetivo que finalmente pudo cumplirse gracias a la participación de muchísimos talaveranos que aportaron su granito de arena para que Álvaro pudiese contar con mucho más que una mascota. Un enfermero de cuatro patas que tiene como principal objetivo atender y dar aviso de las bajadas de azúcar del niño.

Este animal adiestrado, otorga una mayor tranquilidad por las noches a la familia porque ahí es más difícil detectar una hipoglucemia.