El pequeño gran circo

J. Guayerbas
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Ief Gilis y Stef Geers llevan más de una década recorriendo el mundo con su mini circo. Un espectáculo que sorprende.

Pasen y vean al mejor funambulista de la historia, al mago y al trapecista que han protagonizado giras internacionales, al domador de leones y al hombre bala que saldrá disparado de la carpa a los cielos de Toledo. El Circo Ripopolo se ha instalado este fin de semana en los Jardines del Tránsito con 15 funciones tras haber recorrido miles de kilómetros con su espectáculo ‘Fazzoletto’. El show que ya han visto cerca de 30.000 espectadores.

Los números del circo tradicional representados en una carpa de 3 metros de altura y 12 metros cuadrados de superficie, con espacio para 21 espectadores por pase. Así es la propuesta escénica de Ief Gilis y Stef Geers que dan vida a dos mozos de cuadra de un circo ‘encogido’.

El espectáculo comienza en la fila para adquirir los pases. Giancarlo da la bienvenida a los espectadores desde la taquilla que cuenta con un sistema rudimentario de venta de tíquets: un timbre de recepción y un cajoncillo de madera al que caen los tíquets que este personaje circense coloca con disimulo a modo de truco de magia.

La carpa abre sus puertas y los más pequeños ocupan los bancos de las primeras filas mientras que los acompañantes -padres, madres, abuelas y abuelos- disfrutan del espectáculo de pie. Una representación a la que solo asisten 21 espectadores ‘no encogidos’ y 300 en miniatura sentados en las gradas de esta pequeña carpa que como aseguraba Giancarlo antes de reír a carcajadas «es todo un éxito, nuestras representaciones siempre están completas».

El teatro cercano, íntimo, el que llega al espectador que convive durante 17 minutos con dos actores bajo un mismo techo, es el teatro que regalan desde el Circo Ripopolo. Un regalo que se agradece, pues además de divertir a los más pequeños hace reflexionar a los pequeños adultos.

El Circo Ripopolo es un espectáculo a dos bandas, pues mientras uno de los actores manipula los títeres en la oscuridad de la carpa, el otro reparte entradas para el próximo pase y ayuda desde el exterior a los números circenses que se desarrollan debajo de la lona. Así, la espera no es espera, es teatro.