De la Colección Clot a las cartas de Coco Chanel

latribunadetoledo.es
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La colección de Bofill Pellicer engloba mucha obra gráfica y escultura, así como correspondencia particular de Dalí. El empresario no ha presentado nunca un catálogo de obras, pero cuenta con algunos 'tesoros' del maestro del surrealismo

Desde que el pasado 13 de noviembre fuera anunciada la creación de una exposición de arte contemporáneo en la sede de la Cámara de Comercio con «unas 500 obras, el 90% de Dalí», muchas han sido las especulaciones al respecto que han surgido desde el mundo de la cultura.

La comunidad museística de la ciudad reaccionó con sorpresa, poniendo en tela de juicio que existiera un coleccionista privado con tanta obra original del genial artista de Figueras. No estaban desencaminados, pero su planteamiento estaba desenfocado.

Y es que, al pensar en el binomio obras de arte y Dalí rápidamente vienen a la cabeza sus cuadros. Es cierto que el maestro de los relojes derretidos fue tremendamente prolífico, pero es difícil que, entre las 1.500 pinturas que se le estiman, un tercio de ellas se encuentren en manos del mismo propietario. Más que nada si se tiene en cuenta al museo de la Fundación Gala-Salvador Dalí o el Museo Dalí de Saint Petersburg, en Florida, los dos referentes en cuanto a su obra.

Por eso, la primera reacción del mundo de la cultura fue considerar el anuncio realizado por la presidenta de la Cámara de Comercio de Toledo, María Ángeles Martínez, en compañía de la alcaldesa de la ciudad, Milagros Tolón, como fuego de artificio. También se precipitaban, en parte.

Y es que, tal y como desveló La Tribuna el pasado 25 de noviembre, el coleccionista privado que estaba detrás del presunto ‘Museo Dalí de Toledo’ no era otro que Juan Javier Bofill Pellicer, un empresario con una importante cantidad de material de Dalí, pero no precisamente cuadros.

El maestro del surrealismo realizó a lo largo de su vida decenas de ilustraciones para libros, litografías, diseños escenográficos, vestuarios, y una ingente cantidad de dibujos, esculturas y proyectos paralelos en fotografía y cine. Y Bofill Pellicer ha coleccionado durante años ese tipo de objetos.

Todo lo que esté vinculado a Dalí, lleve su firma, fuese usado por él... todo ha pasado a integrar una colección que no tiene quizás demasiado valor de mercado, pero que perteneció al artista catalán.

Además, no hay que olvidar que Dalí firmó antes de morir documentos y papeles en blanco que permiten la reproducción sin control de su obra, especialmente papel litográfico que es potencialmente falsificable.

Valga como ejemplo lo ocurrido en Francia en 1974, cuando se hallaron en el interior de una furgoneta por la frontera andorrana, 40.000 hojas de papel litográfico en blanco firmadas por Dalí. En un principio se detuvo al conductor, Jean Lavigne, propietario de una editorial, pero cuando se demostró que efectivamente eran hojas de tiraje litográfico firmadas por Dalí, y que su transporte no constituía ningún delito, tuvieron que dejarle en libertad. Hizo fortuna y terminó residiendo en la multimillonaria Palm Beach.

Con todo, volviendo a lo que se podrá ver en Toledo, la composición total de la colección de Bofill Pellicer sobre Dalí es un misterio. El empresario, propietario de ‘Faber Gòtic SL’ (sociedad constituida en Barcelona en 1997 con el objeto social de organizar exposiciones de obras de arte, comercializar con las obras expuestas y gestionar fondos de arte) nunca ha contado con un catálogo de fondos, aunque es posible reconstruir algunos de sus mejores ‘tesoros’.

Sin duda, lo que más ha mostrado es una remesa de esculturas de Dalí que forman parte de la conocida como ‘colección Clot’. Dicha compilación está integrada por 44 estatuas de bronce realizadas entre 1969 y 1979 en su casa de Portlligat. Para su realización, Dalí empleó la tradicional técnica de moldeo a la cera perdida. Se trataba de un encargo para su amigo Isidro Clot Fuentes, coleccionista y marchante de arte, y fue producida en cuatro ejemplares.

Según consta en la sentencia del Juzgado de lo Mercantil número 3 de Barcelona del 12 de junio de 2012 por la que se condenó a Bofill al cierre de su exposición de arte en la ciudad condal por vulnerar los derechos de marca de la Fundación Gala-Salvador Dalí, el empresario llegó a utilizar 22 reproducciones de dicha colección en la web www.dalibarcelona.com.

En 2010, antes del fallo de la sentencia, Bofill participó en una muestra en los Jardines del Marq en Alicante en la que expuso cinco esculturas de la colección Clot: ‘Elefante cósmico’, ‘Divinidad monstruosa’, ‘San Juan Bautista’, ‘San Sebastián’ y ‘San Jorge’. Todas de gran tamaño.

CARTAS DE COCO CHANEL. Por último, según especialistas en la materia como el periodista, escritor e investigador Víctor Fernández, Bofill Pellicer podría tener en su poder un número indeterminado de documentos originales de Dalí que nunca han salido a la luz pública. Se trata de una serie de cartas escritas por el artista durante su exilio en 1938 en la finca parisina de la diseñadora Coco Chanel, de la que fue amante, «para fastidiar a Gala (su mujer)», como según ella misma afirmaba.

En dichas cartas, Dalí comenzó a dibujar el rostro de su recientemente fallecido amigo Federico García Lorca, y podrían confirmar la relación sentimental que presuntamente vinculó a ambos genios.

La obra ‘Querido Salvador, Querido Lorquito’ (editorial Elba), del anteriormente citado Víctor Fernández, recoge correspondencia de ambos entre 1923 y 1936, en la que, colaboraciones artísticas aparte, se inicia un intenso epistolario, una particular conversación que, según el autor, «es un juego de seducción: Lorca da lo mejor de sí mismo, tratando de encandilar con su palabra a un Dalí que quiere estar a la altura intelectual del poeta. Uno intenta atrapar al artista en su tela de araña; el otro deja hacer hasta cierto punto».

El próximo mes de mayo se resolverá la incógnita y se comprobarán los ‘tesoros’ que Bofill Pellicer quiere traer a Toledo bajo el inabarcable sello de Salvador Dalí.