Cinco cofradías para los sentidos

J. Guayerbas
-

La Pasión según Toledo procesionó desde la Iglesia de las Santas Justa y Rufina. Caballeros, damas, armaos, nazarenos y penitentes con siglos de tradición a pie de calle

Cinco cofradías para los sentidos - Foto: Yolanda Lancha

Una réplica del Cristo del Descendimiento hacía de cruz de guía para avanzar por una calle de la Plata que enmudecía al paso de esta cofradía señera. San Juan, el evangelista joven, y María Magdalena, mujer piadosa, mostraban en sus rostros el dolor del último adiós mientras José de Arimatea y Nicodemo descendían con la ayuda de un sudario el cuerpo inerte de Jesús. María, la madre, de riguroso castellano en su indumentaria secaba sus lágrimas en un friso de clavel rojo que a los pies de la cruz estallaba en un edén de iris y rosas rojas.

 Así pasó el Viernes Santo por las calles de Toledo la primera de las cinco cofradías y capítulos que tienen su sede canónica en la parroquia mozárabe de las Santas Alfareras Justa y Rufina. A golpe de tambor, el Descendimiento se hacía con una ciudad rendida ante el conjunto escultórico que conserva del original tanto al Señor, como a los santos varones.

- Foto: Yolanda Lancha  Las túnicas de capa, de terciopelo y sarga, anunciaban que la Virgen de las Angustias se encontraba en la calle. Los bordados de Jesús Díaz-Hellín, a su vez vestidor de la imagen, lucían de sobre manera en el paso. La Virgen de las Angustias dejó por unas horas el encaje y la puntilla para enmarcar su rostro con una toca monjil a lo castellano. Sin duda, todo un acierto de la hermandad y del vestidor alcazareño.

 Una representación de los Bomberos de la ciudad con uniforme de gala y la diputada socialista Milagros Tolón acompañaban a la presidencia de la cofradía que estrenaba una nueva fase del bordado del manto de la Virgen de las Angustias: el escudo de la ciudad en la trasera del mismo. ‘Cordero de Dios’ fue la primera marcha con la que este paso se puso en la calle.

La sobriedad del Capítulo de Caballeros del Santo Sepulcro y de la Hermandad de Caballeros y Damas Mozárabes de Nuestra Señora de la Esperanza de San Lucas daban paso a la cofradía toledana donde las haya, la de la Virgen de la Soledad que contó con el acompañamiento de la Unión Musical Benquerencia. Una representación de armaos y las damas de mantilla procesionaron por las angostas calles del Casco tras cuatro años de Viernes Santo pasado por agua.

- Foto: Yolanda Lancha  La reliquia del ‘Lignum Crucis’ de los mozárabes estrenaba así las caídas del palio bordado en el taller de Pedro Alonso Revenga de Guadamur sobre cuatro varales de metal repujado, elegantes, como la propia hermandad, que sufrió al igual que las otras hermandades de esta parroquia del centro varios parones ocasionados por el cruce de cofradías en el Palacio de Lorenzana.

 Los responsables políticos, civiles y militares, con la corporación municipal encabezada por el alcalde, Emiliano García-Page, ponía fin a la procesión que reúne mayor número de pasos en la calle. El consiliario de la Junta de Hermandades de Toledo, José Antonio Jiménez ‘Quillo’ y el delegado diocesano de Religiosidad Popular y vicario judicial, José Antonio Martínez, junto al presidente de las cofradías toledanas, Antonio Torres, completaban el protocolo flanqueado por los maceros del Ayuntamiento.