Del Greco a Tristán, Ribera y Coello

J. Guayerbas
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Las Capuchinas conservan en la ciudad una colección sobresaliente de arte sacro del siglo XVII con firmas y atribuciones a los máximos exponentes artísticos de la época. Su futuro se negocia con el Gobierno regional.

‘El paño de la Verónica’ o ‘Santa Faz’ del Greco, propiedad de las Capuchinas, se expone en el Santa Cruz. - Foto: Yolanda Lancha

Un convento con estrechos lazos italianos en la figura de su fundador, el cardenal Pascual de Aragón, que se traduce en lienzos de copistas y afamados pintores de una Italia que deja el Renacimiento para dar paso al Barroco de lo sacro. En las paredes del Convento de las Madres Capuchinas abundan las copias del pintor romano Giovan Battista Salvi y sus vírgenes o madonnas, las miniaturas de San Francisco de Asís, Santa Rosa de Lima y la Inmaculada con claras influencias de Luca Giordano engrosan el inventario de una colección que se juega su futuro y permanencia en la ciudad.

‘La Santa Faz’ o ‘El paño de la Verónica’ del Greco que se expone hasta diciembre en la muestra comisariada por Leticia Ruiz en el Museo de Santa Cruz con motivo del IV Centenario de la muerte del cretense, es otro de los tesoros de las Capuchinas que también custodian obras de Luis Tristán, discípulo del candiota, así como una Inmaculada Concepción de Claudio Coello o una copia de un original perdido de José de Ribera en el que se representa a María Magdalena penitente.

Los nombres de los pintores que legaron obras al convento se suceden entre las tres principales escuelas europeas, la flamenca, la italiana y la española, tal y como escribe el historiador del arte y académico Juan Nicolau Castro en ‘El cardenal Aragón y el convento de Capuchinas de Toledo’.  Luca Cambiaso, Giacinto de Pópoli, Juan de Arellano, y los círculos de Tomás de Yepes y Luis de Morales cierran la pinacoteca conventual de las capuchinas.

En cuanto a escultura, sobresale una Santa Clara de candelero o de vestir atribuida a Luisa Roldán ‘La Roldana’ -escultora de cámara  sevillana en el Madrid de Carlos II y Felipe V, autora según algunos historiadores de Nuestra Señora de la Esperanza Macarena- además de una virgen gótica del XIV labrada en piedra o un San Bernardino de Siena del mismo material y época.

De la escuela toledana, Nicolau incluye en el inventario un San José que coincide con lo que se hacía en la ciudad a finales del XVII o principios del XVIII, mientras que de la escuela de Granada se conservan cuatro tallas del XVII de una Inmaculada y tres santos franciscanos.

En la fachada del convento, y por tanto, visible al público, está la Inmaculada de Manuel Pereira labrada en piedra blanca de la cantera de Taimón, como apuntaba Ruiz Franco de Pedrosa, contemporáneo del artista. Una piedad de escuela andaluza y numerosas obras talladas en madera, con matices napolitanos, completan la colección de escultura en la que se incluye una dormición de la Virgen del siglo XVIII con un rico ajuar textil, así como numerosos Niños Jesús de diferente escuela y círculos, por ejemplo, de Juan de Mesa o Germán López.

Además de pintura y escultura, las Madres Capuchinas han atesorado en la clausura conventual piezas clasificadas como artes decorativas. Un hostiario donado por la duquesa de Olivares, un cáliz del siglo XVII y un juego de vinajeras del cardenal Pascual de Aragón suman al patrimonio capuchino con firmas y atribuciones a los máximos exponentes artísticos de la época.

Una carta manuscrita y firmada por Santa Teresa de Jesús, joyas, relicarios y la cruz pectoral del Papa Clemente X se conservan en la actualidad junto al cáliz del cardenal y fundador decorada con nácar y la más exquisita orfebrería.

Bronces y marfiles, así como cerámica, alabastro y nácar, completan la colección a la que pertenece una reliquia del ‘Lignum Crucis’ cuya teca se venera en una cruz de madera sobre una peana. Los crucificados de marfil filipino, la urna del monumento de Jueves Santo -obra napolitana- grabados de Marcus Orozco y otros autores, además del fondo documental del convento engrandecen la oferta que las Madres Capuchinas negocian desde hace un mes y medio con el Gobierno regional.