Cristina Iglesias: «Una voz de hoy puede trabajar con las capas de historia para provocar una nueva experiencia»

C. M.
-

Escultora autora del proyecto 'Tres Aguas'

Cristina Iglesias - Foto: victor ballesteros

Espera, Cristina Iglesias, que la experiencia escultórica gestada en la ciudad, ayude al paseante «a ver más cosas, a pensar, y les conmueva». Para ello, y sustentando su trabajo en el pensamiento de «aportar, desde el ámbito en el que cada cual trabaja, lo que se pueda para ayudar a que este mundo sea más habitable», la escultora -que hoy inaugura su ruta Tres Aguas- propone incorporar la consciencia del tiempo nos lleva a percibir todo de otra manera. Todo porque, aprecia, «si aprendemos a mirar, veremos mas».

¿Cuál fue el germen de este proyecto escultórico toledano?

Me interesaba realizar una obra pública en algún lugar que reuniese elementos con los que poder construir significado desde mi propio lenguaje. James Lingwood, director de la Fundación Artangel, me pidió que hiciese un proyecto con ellos y después de considerar otras opciones, pensé en Toledo.

¿Qué importancia le concede al entorno?

La propia configuración de Toledo al estar rodeada por el río Tajo que crea esa roca inexpugnable... la estratificación de su memoria, de las culturas que han vivido y convivido en ella durante siglos, el protagonismo de las aguas en cada una de ellas, todo ha sido importante para que Toledo fuera  la ciudad.

¿Por qué esos tres puntos?

La idea era construir una ruta desde el río hasta la parte mas alta de la ciudad pasando por lugares que revelaran la historia de esta. Así la Torre de Aguas en la antigua Fábrica de Armas -ahora Campus de la Universidad- al lado del río nos permite añadir el recorrido por el río, la subida por la Judería o la Torre del Hierro hasta el Convento de Santa Clara, en la parte mas alta del Casco antiguo, pasando por la plaza del Ayuntamiento.

No se sí la actuación en el Baño de la Cava ha quedado totalmente desechada de esta ruta o si se retomará en un futuro.

Al principio del proyecto realizábamos una pequeña intervención, que hacía referencia al río y obligaba a mirar el monumento como señal en el camino rememorando leyendas del lugar, pero es un espacio un poco alejado, sin protección y pareció difícil su mantenimiento. De todos modos es por sí mismo un monumento interesante en el paseo.

Supongo que no es sencillo enfrentarse a una actuación contemporánea en un Casco histórico como este.

Creo que una voz de hoy puede trabajar con las capas de historia y a la vez provocar una nueva experiencia. Obviamente son los ciudadanos y visitantes que deben vivirla. Me interesa mucho poder intervenir en los flujos de la ciudad y crear espacios donde el ritmo y la capacidad de percepción cambien.

¿Qué puntos considera esenciales en este tipo de actuaciones? ¿Por dónde transitan sus pensamientos?

Como he comentado, la ruta, el caminar, es parte de todo ello. También el perderse, que es algo único en cada ciudad pero en esta es una experiencia muy rica.

Ha sustentado este ‘recorrido’ en el agua, ¿qué visiones otorga este elemento?. Se pudiera pensar que esta articulación es recurrente, pero lo cierto es que en Toledo es prioritaria. ¿Lo cree así?

El agua en Toledo ha estado y está siempre presente. En su geografía  pero también en cómo se ha utilizado ritualmente en todas las culturas que en ella han vivido y cohabitado en tiempos.

Relaciona este elemento con el conocimiento y el entendimiento. ¿Cómo lo ha entretejido en esta intervención?

El fluir del agua es también metáfora de transmisión de conocimiento y diálogo. Algo ocurre entre cada lugar. Es algo imaginado. La conexión existe mentalmente.

Aborda en este proyecto la estratografía de la ciudad, en las huellas dejadas por las distintas culturas. ¿Es esta intervención su huella para las próximas generaciones?

Ya he hablado de cómo esta ciudad está formada de estratos tanto geológicos como de memoria. Trabajar haciendo referencia a ese subsuelo, a ese poso de cultura que ya está presente en la ciudad, es hacerlo con la consciencia de la historia. Me interesa la parte de educación que implica crear lugares donde se requiera atención.

¿Cree que cada generación debe hacer su aportación al patrimonio de cada entorno?

Mas bien creo que hay que aportar, desde el ámbito en el que cada cual trabaja, lo que se pueda para ayudar a que este mundo sea más habitable.

¿Le ha preocupado la posible repercusión de sus creaciones en la imagen histórica de la misma? Ha indicado en varias ocasiones que apostó por que pasasen casi desapercibidas, ¿lo ha logrado?

Me refería más bien a que no son intervenciones que se imponen y que tengas que verlas aunque no quieras. Es una obra que te obliga más bien a buscarla. En esa búsqueda, en ese desplazamiento, también ocurre algo que te afecta a la manera en que miras y percibes. Esos registros me interesan.

Resulta sorprendente que haya abogado por la discreción cuando la mayoría de los artistas lo que desean es hacerse notar. ¿Viaja contracorriente?

La obra que está en la plaza, es una fuente subterránea, tiene un ritmo que cambia en una secuencia de 45 minutos. Ocurren muchas cosas si miramos y atendemos.

Es importante en su trabajo la secuenciación de los ritmos del agua de sus fuentes-estanques y es muy sugerente. ¿Por qué este interés? Desde luego está llegando a la perfección en el control de las ‘mareas’.

El tiempo es un parámetro que existe en el caminar en el espacio, también en el mirar. Incorporar la consciencia de ello nos lleva a percibir todo de otra manera.

Hace unos días apreció que Toledo ha sido la ‘cuna’ de sus nuevas creaciones en torno a los pozos. ¿Cómo ha influido esta ciudad en su trabajo?

La ciudad y su historia es una inspiración continua. Además el estudio de mi propia obra, según la he ido desarrollando, ha provocado y formalizado otras esculturas alrededor. Es verdad que el estudio del fondo de la Torre me ha hecho desarrollar algunos pozos.

¿Qué le gustaría que quedase en el paladar de los que contemplan su ruta escultórica?

Espero que la experiencia les ayude a ver más cosas, a pensar, y les conmueva.

Sobre el panorama nacional de la escultura ¿cree que el ‘común de los mortales’ lo valora como se merece, o necesitamos dar un paso más para aceptarla como se acepta, por ejemplo, una composición pictórica?

Desde el final del siglo XX y en lo que llevamos de este se ha ido apreciando más y más la escultura. Es una disciplina que adopta diversas manifestaciones y, como todo, requiere atención.

Quizá tenga que ver con una falta de formación en esta disciplina o, como piensa la mayoría, con una herencia cultural no renovada.

La verdad es que en la educación reside todo. Si aprendemos a mirar, veremos mas.

Lo cierto es que sus actuaciones son reclamadas y aplaudidas en medio mundo. ¿Ha sido Toledo un hueso duro de roer?

Es un proyecto muy ambicioso y como tal no ha sido fácil, pero desde el principio hemos tenido interlocutores y cómplices que nos animaban a seguir. Entre ellos destaca Gregorio Marañón, quien cuando empezamos presidía la Fundación de Toledo y después la Fundación de El Greco 2014 con sus equipos, y sin duda la ciudad de Toledo. La Universidad y el Ayuntamiento también nos han apoyado así como los patrocinadores, Acciona, Liberbank, Artangel y un grupo de patronos a título privado. Entre todos han hecho posible la producción de la obra.

Para finalizar, ¿por dónde caminan en la actualidad sus pasos de creación?

Preparo otra obra pública en Londres junto a un edificio de Foster+Partners y otros dos proyectos en Estados Unidos, así como una obra permanente en la nueva sede de la Fundación Botín en Santander con el arquitecto Renzo Piano. Alrededor de todo ello hay obra de otro formato que construyo en mi estudio.