Page: «Quiero para la región lo mismo que para mis hijos»

S.L.H. / Toledo
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Achicar desigualdades. El presidente de Castilla-La Mancha prometió trabajar por recuperar el Estado del Bienestar y cuidar de los más desprotegidos.

Un hombre normal, afable, casado con su mujer de toda la vida, con dos hijos y ajeno a estridencias de cualquier clase, pero profundamente poseído por una única pasión: la política. Al presidente de Castilla-La Mancha le salieron los dientes políticos a muy temprana edad, ya que accedió como concejal en el Ayuntamiento de Toledo con solo 18 años y luego como consejero comodín de José Bono. Al lado de Bono ha girado casi toda su vida política y, como no, el expresidente no pudo faltar al gran día de Page, su toma de posesión como cuarto presidente de la región.  

Del albaceteño ha aprendido muchas cosas. Una de ellas es el dominio de las distancias cortas y eso se nota en cada paso que da. Muestra de ello fue la oportunidad que ofreció ayer a unos pocos ciudadanos que, en representación de la sociedad civil, ocuparon un lugar privilegiado durante el acto que tuvo lugar en el Palacio de Fuensalida. Un palacio abarrotado de abanicos y que provocó que el presidente pidiera disculpas por el calor que hacía en el patio mudéjar, el mismo calor que intentará desprender «en la gente que peor lo está pasando».

Tras escuchar las peticiones de los ciudadanos invitados al acto y sostener las emociones que le arrancó la pequeña Estefanía al mostrarse contenta porque sea su presidente, Emiliano García-Page subió a la tribuna a jurar el cargo.  «Juro cumplir fielmente las obligaciones del cargo con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución y el Estatuto de Autonomía como normas fundamentales del Estado y de nuestra comunidad autónoma».

Juramento hecho, Page agradeció la asistencia de varias personas, entre ellas a Pedro (Sánchez) por «tu apoyo, estímulo y ejemplo». A María Dolores Cospedal, José María Barreda, José Bono y Jesús Fuentes, «por formar parte de la cadena» que ha dado forma a Castilla-La Mancha. «Todos sois eslabones de una cadena importante y hoy podemos mirarnos con orgullo porque no queremos ser más que nadie, pero tampoco menos que nadie».

Durante todo su discurso dejó claro que no quiere cambiar. Quiere seguir por la senda que le ha llevado a ser hoy presidente de Castilla-La Mancha. Quiere seguir siendo Emiliano, como se le conoce en Toledo, ciudad de la que ha sido alcalde los últimos ocho años y en la que ha residido toda su vida.

Por ello tuvo bien presente a su padre -la única persona de su familia que ayer no pudo estar al fallecer hace ya algunos años, aclaró a los presentes-, a sus hermanos, a su mujer y a su suegra (a ambas agradeció sus buenos consejos) pero, sobre todo a sus hijos, Raquel y David, para quienes quiere lo mejor, como todo padre y, por ello, deslizó ese cariño paternal a la región: «Quiero para Castilla-La Mancha lo mismo que quiero para mis hijos».

«Quiero que Castilla-La Mancha tenga en su futuro la dignidad que ha tenido en su pasado», recuperar el Estado del Bienestar, reducir las desigualdades, mejorar la educación y trabajar por un escenario sostenible. Tres retos «fundamentales» que promete llevar a cabo durante los próximos cuatro años, rodeado de un equipo cuyos nombres se conocerán hoy.   

su primera campaña electoral. La mayoría de sus palabras desprendieron recuerdos, emotividad y cercanía. Tres rasgos que sabe que gustan y que le hacen más cercano. Por ello recordó una anécdota con su padre que vivió con tan solo nueve años. Hace 38 años repartió junto a su padre «unos pequeños libros de color crema» que no sabía, en un principio, lo que eran. Se trataba de la Constitución que iba a ser sometida a referéndum y, sin pretenderlo, Page se vio inmerso en su primera campaña electoral. No es que ese día fuera clave para que terminara en política pero sí lo fue para el futuro del país. Un país que, en su opinión, ha vivido sus mejores años de libertad y democracia y en los que se han creado las autonomías, «ese maravilloso invento», como en su día dijo Bono. «No seré yo quien empuje a cambiar la Constitución del 78, pero sí el que ayude a que entre todos consigamos un consenso básico para poder disfrutar, al menos, de otros 40 años tan provechosos como los que hemos vivido».

En este punto, se acordó de nuevo de sus padres que siempre le dejaron claro que «como mejor se va uno a la cama es cuando consigue algo que le ha costado esfuerzo». A su madre, Gregoria, siempre le ha preocupado que hablaran mal de él, algo que en política es casi imposible que no ocurra, pero «espero no dar motivos para que nadie pueda reprocharme nada feo. Intentaré ser uno mas -añadió- y si surgen problemas prometo asumir la responsabilidad», aseveró.

Añadió que la crisis ha traído «cosas muy malas» al país, pero también algo bueno: el despertar de la ciudadanía y su implicación en la política. Una nueva actitud ciudadana que espera se asiente en el futuro y ayude a que Castilla-La Mancha «tenga el futuro que se merece y recupere la dignidad que ha tenido en el pasado», concluyó García-Page, quien confesó poder estar «a la altura de mi gente», de sus conciudadanos, a quienes agradeció «el aliento» que todos los días le dan, incluso la gente que ayer no pudo estar acompañándole.