El arquitecto de las rehabilitaciones

J. Guayerbas / LT
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Mario Muelas fallecía este domingo en Madrid. Premio de la Real Fundación por el proyecto de rehabilitación del Palacio de Fuensalida, el arquitecto legó a la ciudad la recuperación de espacios históricos como San Pedro Mártir.

Mario Muelas en uno de los claustros de San Pedro Mártir, hoy UCLM. - Foto: Colección YA Toledo archivo municipal

Pasará a los anales de la arquitectura contemporánea como uno de los defensores de la recuperación del patrimonio. Rehabilitar con un claro concepto de funcionalidad de los ‘nuevos’ espacios intervenidos. Así era Mario Muelas, el arquitecto y urbanista al que la ciudad confió grandes proyectos como la rehabilitación del conjunto de San Pedro Mártir-Madre de Dios, hoy Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Mario Muelas fallecía este domingo en Madrid. Su legado es vital para entender el Casco Histórico del que hoy goza la capital regional. El segundo en importancia después del de Roma como le gusta recordar en sus intervenciones al alcalde, Emiliano García-Page.

Al conjunto universitario de San Pedro Mártir-Madre de Dios le siguieron otros proyectos, ambiciosos, en los que Mario Muelas supo conjugar patrimonio con vanguardia, con ese toque de modernidad no reñido a lo funcional de un edificio con nuevos usos acordes al siglo XX.

La Real Fundación de Toledo premiaba en 2010 la rehabilitación del Palacio de Fuensalida, sede la Presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Por esta última obra, su equipo fue galardonado con uno de los premios de esta institución toledana de peso. Mario Muelas y su equipo trabajaron en este icono de la arquitectura mudéjar para recuperar su morfología original y el colorido de los artesonados, entre otras intervenciones estructurales.

Pero no todo fueron rehabilitaciones. El arquitecto y urbanista dirigió el equipo redactor del último Plan de Ordenación Municipal de la ciudad. En este documento sobre el que trabajó desde el año 2002, Mario Muelas tuvo en cuenta al padre Tajo, cuyo serpenteante recorrido, explicaba en la presentación del documento en 2004, serviría «como un pespunte para coser la ciudad».