Humor con Denominación de Origen

I.P.Nova / Toledo
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Borja Cobeaga, guionista de Ocho Apellidos Vascos y su secuela, llega hasta CiBRA para dar las claves a la hora de guionizar la que se ha convertido en la gran comedia española

La necesidad de una comedia regional como las que ya triunfaban en Francia o Italia fue lo que llevó a Borja Cobeaga a convertirse en el guionista de Ocho Apellidos Vascos, la película más taquillera de España y en la que trabajó durante más de dos años y medio. Ayer, dispuesto a acercar su pasión por escribir historias y por hacer reír a la gente, uno de los profesionales del cine con mayor sentido del humor se acercó hasta el IES Sefarad, Matadero LAB, para impartir la charla Se busca comedia: qué se cuece en el cine cómico reciente dentro del Festival de Cine CiBRA.
En una aproximación hasta la faceta práctica de su trabajo, Cobeaga explicó todo el proceso de escritura de la primera y de la segunda parte de Ocho Apellidos y sus aventuras personales. Unas experiencias bastante amplias ya que, como recuerda el guionista, tardó dos años y medio en escribir la primera parte de esta comedia de enredos y diez meses en hacer la segunda. «Durante la primera hicimos varios parones, no era algo tan inmediato como con ésta. Cuando vas a fabricar algo que va después de un éxito es una gozada porque sabes que se va a hacer. Pero hay que contextualizar que cuando estábamos escribiendo la primera película no sabíamos si se iba a hacer y, por eso, alargamos más el proyecto», explica.
Ahora, que ya sabía quiénes iban a ser los protagonistas de la segunda parte, Cobeaga reconoce que el proceso creativo ha sido completamente diferente. «Dialogas de otras manera y les pones esa cara. Incluso aprovechas los puntos fuertes que ves a los actores como espectador», argumenta. En el caso del personaje de Koldo éste condicionante se dio muchísimo más. Cobeaga, que siente especial predilección por el actor Karra Elejalde, aclara que en este papel hay una versión muy contradictoria. «Cuanto más exagerado es su papel más realista parece. Normalmente, cuando exageras más se convierte en una caricatura pero con él no pasa. Hay que decir que, en las primeras versiones de guión, era mucho más protagonista que nadie por la debilidad que sentíamos hacia el personaje», recalca.
Entre los consejos para los futuros guionistas, el experto recomienda escribir «al menos mil páginas de mierda antes de que salga algo decente». Lo dice de broma, está claro, pero reivindica que en esta profesión «hace falta músculo» antes de hacer una película con una visión comercial como Ocho Apellidos. «No vale con lo creativo que puedas ser», asegura.
Ahora que el conflicto catalán invade los telediarios, su película sale a la cartelera de los cines de toda España. El guionista dice que no fue aposta, que cuando ellos describieron ese pequeño pueblo independiente, pensaban que el proceso catalán sería más lento. «La realidad catalana fue a tanta velocidad que no lo esperábamos cuando escribimos la comedia», recuerda.
Como profesional, Cobeaga sabe remarcar los aspectos positivos y los negativos de su trabajo. Entre los que no le gustan nada: cuando se siente «como una mierda después de un día escribiendo». «Esto tiene mucho de lucha mental contigo mismo. Ahora lo estoy llevando mejor, pero hay días que terminas y te sientes el peor guionista del mundo y otros que eres la hostia», razona. Entre las cosas que más le gustan, reconoce que está la posibilidad de que algo que «has pensado cuando estabas camino a comprar el pan» se haga corpóreo. 
 
El minutaje de la risa. Casi todos los trabajos de Borja Cobeaga han sido enfocados a la comedia, por lo que es de lo que mejor puede hablar. Como un verdadero apasionado de su trabajo, reconoce lo divertido del mismo, sobre todo en el género en el que se mueve. «Siempre he tirado hacia la comedia. Para mí es algo natural. Cuando he intentado hacer otras cosas siempre he terminado cayendo en el humor», esclarece. 
Tal vez una de las cosas más complicadas sea la de acertar cuándo va a reírse el público a la hora de guionizar unos diálogos. «Pero cuando lo haces bien es una pasada. Que estés en una sala y la gente se ría cuando tú has pensado que lo haga es la mejor sensación que hay en el mundo», concluye.