«Menos mal que el toro no se fijó en mí porque si no habría sido uno de los heridos»

D.P.
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Uno de los testigos del caos que provocó el astado en los Jardines del Prado señaló que todo fue muy rápido y sin tiempo de reacción

Pasada la una de la tarde de ayer, Julián Jarillo se dirigía a la ermita de San Isidro acompañado de su mujer, su hija y su nieto para asistir a la misa oficiada por el sacerdote Juan Jesús García con motivo de la celebración del patrón de los agricultores y ganaderos. Sin embargo, cuando se disponía a cruzar los arcos de entrada de los Jardines del Prado el pánico se apoderó de él y de todos los ciudadanos que se encontraban en esa zona en ese preciso momento.

Una primera mirada al interior de los jardines le sirvió para comprobar como un coche de la Policía Nacional se dirigía a toda velocidad hacia los arcos. Se trataba de algo muy extraño puesto que  por esa zona peatonal nunca cruzan vehículos, no obstante, sin prácticamente tiempo de pensar  en cuál sería el motivo de esa presencia policial, se encontró de frente a un toro de más de 400 kilos en dirección a los arcos. Tras quedarse totalmente inmóvil en el arco central, junto a sus familiares, vio como el propio astado golpeó, en su huida con la valla que  separa la acera de la avenida Salvador Allende. El animal, asustado, entró nuevamente en los jardines por los arcos en medio de la histeria colectiva del los presentes en aquel momento y arrolló a un matrimonio de avanzada edad para posteriormente marcharse por la ampliación de esta zona verde gracias a la labor de varios jinetes que había participado en el desfile de San Isidro.

«¡Mi madre! ¡mi madre! ¿dónde está mi madre?». Estas palabras fue las primeras que escuchó Julián tras el suceso. Eran las preguntas que le hacía a él su hija puesto que no encontraba a su madre después de los veinte segundos más difíciles de su vida. Pasados unos instantes, encontró a su mujer escondida en uno de los arcos de la entrada al recinto y a su nieto, en el paseo de los Arqueros donde había huido al igual que había sucedido con otras muchas personas que se encontraban allí en ese preciso momento.

Sin tiempo para celebrar que todos sus familiares se encontraban en buen estado, Julián Jarillo se acercó al matrimonio que había sido arrollado y que permanecía en el suelo. La peor parada fue la mujer que no respondía ante los estímulos realizados por aquellas personas que acudieron a socorrerla. «La ambulancia ha tardado más de 30 minutos en atenderla y la gente estaba muy asustada e indignada», señaló.

Todo ocurrió muy rápido y en muy pocos segundos pero los gritos y el caos se apoderaron de todas las personas que se encontraban en ese preciso momento en los arcos de los Jardines del Prado. «¿Quién se iba a imaginar que un toro podría escaparse?» preguntó. Pese a que confesó que un par de minutos antes de encontrarse con el astado también observó a otro vehículo de la Policía Nacional a toda velocidad por la avenida de Extremadura, nunca se le habría pasado por la cabeza esta posibilidad.