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El Jueves Santo es del Amparo. Miles de toledanos y turistas plagaron ayer el Casco para acompañar a Nuestra Señora del Amparo, conocida popularmente como la ‘Macarena’ toledana, al tener ciertas similitudes con una de las imágenes que más devoción despierta en Sevilla. Desde horas antes del inicio de la procesión, el centro histórico hervía, llegando a colapsar zonas como la calle Ancha, la calle Hombre de Palo e incluso la plaza del Ayuntamiento.
A las nueve de la noche, como estaba previsto, salieron los primeros penitentes, vestidos de verde botella, por la Puerta Llana de la Catedral. Tras ellos, la imagen de ‘La oración en el huerto’, protagonista este año del cartel de la Semana Santa, propiedad también de la cofradía del Amparo y esculpida en 1973 por Luis Martín de Vidales.
La banda municipal de música acompañó a la talla, que precedió a ‘Jesús amarrado a la columna’, de las Gaitanas, ‘Jesús Nazareno’ y el ‘Santísimo Cristo de la Agonía’, cedidos por Santo Tomé y San Justo.
Cuando la expectación era máxima, llegó el turno de la ‘reina’ del Jueves Santo, la Virgen del Amparo, que salió por la Puerta Llana pasadas las nueve y cuarto de la noche vestida con un manto color verde apagado con bordados en oro y rodeada de mujeres de riguroso luto y mantilla.
Lo hizo entre vítores y gritos de ‘guapa’ lanzados por algunos de los fieles que se congregaban en las inmediaciones de la Catedral. Además, los balcones de las viviendas ubicadas frente a la seo también lucían llenos de público, entregado con Nuestra Señora. Durante la salida, la banda musical de música tocó el himno nacional, sin que se desataran los aplausos como ha ocurrido en anteriores ediciones.
El alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, no faltó a la cita acompañado por concejales del PSOE, entre ellos el portavoz municipal, Rafael Perezagua, la concejal de Bienestar Social, Ana Saavedra, y la edil de Familia, Maite Puig. Por el PP, no faltaron el viceportavoz, José López Gamarra, así como Fernando Sanz y Vicente Romera.
Acompañaron a las imágenes cerca de quinientos cofrades, en un recorrido relativamente corto que se dilató un poco más de lo habitual por la multitud congregada en las calles, motivada por el buen tiempo y también por la declaración de Interés Turístico Internacional. Uno de los momentos más emocionantes se produjo en la plaza de Zocodover, colapsada de sillas, cuando la banda de música tocó la saeta.