La fiestamás salvaje y primitiva

e. martín | TOLEDO
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>Entierro de la sardina. La Compañía ETR puso el broche final al carnaval con un espectáculo de pasacalles inspirado en máscaras africanas. La marcha acabó a orillas del río con fuegos artificiales y verbena

El broche final a las fiestas del Carnaval lo puso un año más el entierro de la sardina, que terminó sus días cerca de  las aguas del Tajo como símbolo de la muerte del desenfreno que caracteriza a esta celebración. El cortejo fúnebre, que en muchos municipios tiene lugar el miércoles de ceniza, partió a las 17,30 horas de una plaza del Ayuntamiento más que concurrida. Algunos quisieron aprovechar el disfraz hasta el último momento y acompañaron al velatorio aportando un poco de color a la sobriedad que caracteriza a estas ceremonias.

El Grupo de Teatro ETR  volvió a estar al frente de esta representación, que tuvo como resultado un entierro multitudinario. Toledanos y turistas no perdieron detalle del entierro e incluso se unieron a los lloros de parodia por su muerte y a buen seguro que también por tener que decir adiós a estos días de celebración.

El cortejo recorrió parte del Casco histórico hasta llegar al Embarcadero. Cuarenta personas para decir adiós a la sardina más toda la gente que se fue sumando espontáneamente a la marcha fúnebre que en esta ocasión tiene su origen en la exposición de máscaras que se exhibió en el Museo de Santa Cruz. ETR ha querido en este 2016 reivindicar el carnaval más salvaje, el auténtico, con un pasacalles inspirado en las máscaras africanas que ha derivado en tintes picassianos. Las calles se llenaron de rituales para ensalzar una fiesta salvaje y primitiva.

La calle Comercio, la Plaza de Zocodover, Cuesta de Carlos V, Horno de los Bizcochos, Tornerías, la Plaza Mayor, Sixto Ramón Parro y la Bajada del Barco hasta llegar a las orillas del río Tajo. La novedad es que este año han realizado tres representaciones, tanto en la salida como en Zocodover y en el Barco Pasaje, de ritos africanos relacionados con la muerte. Tres danzantes que jugaron con el fuego y sobre todo con el humor, ya que a lo largo del recorrido se fueron asando sardinas sobre un fuego portátil.

El cortejo invitó a reirse de la muerte y también de lo trascendental antes de dar paso al fuego. Un año más, la pirotecnia  ‘La Sagreña’  puso el colofón al espectáculo con fuegos artificiales para despedir a Don Carnal y también para dar la bienvenida a Doña Cuaresma. Igualmente hubo reparto de sardinas y verbena para disfrute de los asistentes.  

El hombre primitivo y las vanguardias artísticas se dieron la mano en el noveno año consecutivo de ETR como organizadora de este evento. Un carnaval primitivo lejos de las plumas brasileñas y del rococó veneciano y que mostró el lado salvaje y primigenio del ser humano.