¿Valió la pena?

F.J.R.
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Los 10,5 millones que habrá que pagar por el 'armazón del Quixote Crea hubieran servicio para construir cuatro colegios o para pagar la limpieza viaria de Toledo durante casi dos años

Los bolsillos de todos los castellano-manchegos tendrán que hacer frente al pago de los 10,5 millones de euros (para los nostálgicos: más de 1.700 millones de las antiguas pesetas) que ha costado el esqueleto de hormigón y acero del auditorio Quixote CREA (Centro Regional de Expresión Artística). La Justicia, ante las mutuas denuncias de Junta de Comunidades y la adjudicataria de las obras por incumplimiento de contrato, ha optado por dar por rescindido el mismo y condena al Gobierno regional al pago de 10,5 millones de euros, cantidad en la que tasa los trabajos ejecutados y en la que no tiene en consideración el lucro cesante que demandaba la empresa por un proyecto sobre el que el propio juez señala que «no queda clara su viabilidad económica».

Así, a pesar de tener que hacer frente a un gran varapalo económico por un proyecto heredado de la época del PSOE de José María Barreda, el actual Gobierno de la Junta se alegra de no haberse gastado los 35 millones de euros por los que iba ya presupuestada la obra del que iba a ser el tercer auditorio público de la ciudad (696 butacas), por detrás del Palacio de Congresos (925) y ligeramente superior al Teatro de Rojas (464).

La premisa de no hay mal que por bien no venga es el único consuelo que les queda a los actuales gestores autonómicos, pero lo cierto es que al final de la avenida de Europa yace un ‘cadáver’ más de los grandes proyectos que salpican la geografía española, que ahora tiene difícil solución -están elaborando un informe de alternativas de uso para no perder el dinero invertido- y por el que bien se podían haber hecho cientos de cosas más útiles y necesarias para la ciudad.

Y es que, por los 10,5 millones que las arcas públicas van a pagar por el armazón del Quixote CREA se pudieron construir en la ciudad cuatro colegios como el recientemente inaugurado en la localidad de Méntrida con tres aulas de  Educación Infantil y seis de Primaria. También se hubieran levantado siete guarderías de última generación en cada uno de los siete barrios más poblados de la ciudad, a un coste de 1,5 millones como la proyectada Escuela Infantil de Almagro; o incluso un instituto de Enseñanza Secundaria, al precio de 6,8 millones de euros totalmente equipado y listo para su funcionamiento.

Con otro proyecto también varado ahora mismo, como el Hospital General Universitario del Polígono, esos 10,5 millones del Quixote CREA hubieran servido para comprar todo su equipamiento médico de alta tecnología (siete millones de euros) o todo el equipamiento no sanitario (camas, sillas, camillas...), valorado en más de seis millones en el propio pliego de condiciones del macro-hospital.

El transporte urbano de la ciudad, tan de moda en últimas fechas al estar prorrogado sin nuevo contrato, se mantendría durante un año (7,1 millones) con lo que va a costar el CREA, así como el servicio completo de limpieza viaria de la ciudad (5,9 millones costó el pasado año) sumado a la recogida de basura (2,4 millones) y el tratamiento de los residuos (no llega al millón de euros).

Por último, en una ciudad que lleva más de doce años sin inaugurar una nueva instalación deportiva (la pista del Polígono en 2002 tiene el honor de ser la última) que no sea un pabellón de colegio o instituto, con los 10,5 millones gastados en el CREA se podrían haber hecho tres piscinas cubiertas de última generación como la proyectada en el Centro San Mamés de Bilbao (piscina de 50 metros polivalente, spa, termas, cuatro gimnasios...), tres ciudades deportivas como la de Guadalajara (cuenta con tres campos de fútbol 11 y diez de fútbol 7, con sus respectivos vestuarios, y cafetería) o un estadio totalmente nuevo con capacidad para 10.000 espectadores como el proyectado también en Guadalajara (10 millones de euros) o, si lo prefieren los puristas, una reforma del Salto del Caballo como la planteada hace años por el Grupo Arquinver (4,6 millones de euros), que venía a cerrar el anillo del estadio y a construir una residencia para jugadores y un restaurante panorámico con vistas al Alcázar, sobrando además dinero para hacer una ciudad deportiva.

En definitiva, usos alternativos de una gran cantidad de dinero que se ha convertido en una pila de ladrillos sin ninguna utilidad para el ciudadano que la ha financiado.