La primera Santa conversa

C.M.
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Puesto que se la lee como «la Santa española por excelencia», Jesús Carrobles destacó «la mirada crítica hacia su tiempo», un concepto desarrollado «por buena parte de los conversos de ese tiempo».

Santa Teresa vivió en «el gran  Toledo, en el último Toledo multicultural en el todavía existe una especie de canto del cisne gracias al mundo converso». Jesús Carrobles participó en el curso de verano de Cultura Hispanojudía y Sefardí dedicado, este año, a los ‘Místicos y conversos. Santa Teresa y su tiempo’.

Por ello, y porque ese tiempo es «fundamental para entender lo que fue la cultura de entonces y la ciudad de nuestros días como reflejo del choque de ideas que hubo en aquel momento», no en vano «todavía seguimos viviendo en buena parte de esos estereotipos y planteamientos», el investigador recorrió esa sociedad contextualizando sus preocupaciones e intereses. Y es que «nadie crea en la nada, se crea en un entorno en el que se es una figura más».

Tanto como lo fue la Santa de Ávila que, indudablemente, «se vio muy influida» por el ambiente que se respiraba en la ciudad. Un hecho significativo es «que no le influyera el tema de la limpieza de sangre y determinados conceptos que eran muy generales» y se decantase «por buscar una visión más humanista, intelectual, más sugerente e interesante». Lo que evidencia que este proceder «formaba parte de una acción-reacción a una situación que ella conoció», a un «mundo que vivió e interiorizó» y a partir del que «generó un planteamiento distinto al del resto de su tiempo».

Conocía, la Santa, la realidad imperante y la obvia, y hacer eso en el Toledo de finales del XVI «era algo absolutamente excepcional». De ahí que crease «una obra muy distinta e interesante que puede ser leída desde muchos aspectos».

Así, y puesto que normalmente se la ha leído como la santa española por excelencia, Carrobles invitó a leerla también «quizá como la primera Santa conversa dotada de una realidad cultural mucho más amplia y de una mirada mucho más interesante».

En definitiva, con «una mirada crítica hacia su tiempo» que es «el mismo concepto que desarrollan buena parte de los conversos». De hecho, no hay que olvidar que conformaban  «una clase muy formada e intelectualmente activa a los que se les niega prácticamente todo». Que dándolos sólo «el recurso del conocimiento, y desde el conocimiento nadie te puede prohibir que practiques la cultura».

No deja de ser el descrito «un planteamiento muy parecido al que lleva Santa Teresa», quien «evidentemente no luce su origen converso pero sí lleva una vida paralela a la de muchos otros conversos que sí hacen ese mismo camino». Otra cosa es, apuntó, «que la Santa tenía un don excepcional que genera algo diferente al resto», asunto que no impide contemplar «una cierta identidad con personajes del Toledo de la época que tienen una historia paralela y parecida».

Toledo, lo bueno y lo malo. Conocer las «preocupaciones y planteamientos de la sociedad de la época» sentida por Santa Teresa supone también el acercamiento a «ese Toledo maravilloso de finales del siglo XVI que es último multicultural» que abanderó la cultura y que también lideró, a partir de mediados del XVI, todos los estatutos de limpieza de sangre».

Es decir, «que el rigorismo y la visión más dura también surgen aquí», en un espacio que contó con «el reflejo de gente que no se sometió a ese mundo» como fue el caso de Santa Teresa de Jesús o de los Jesuitas en Toledo que conforman, aseguró, «un mundo interesante».