Desde la otra Talavera

Leticia G. Colao
-

>Tres cuadros en el Monasterio de Guadalupe y uno más, El Salvador, en el Museo de Cáceres.El Real Monasterio acoge tres obras procedentes de la iglesia de San Andrés del pueblo de Talavera La Vieja, anegado por el pantano de Valdecañas en 1963.

Los grecos de Guadalupe - Foto: Peña

 
 
La producción artística de El Greco está protagonizada por sus periodos cretense, veneciano, romano y toledano, este último el más prolífico. De aquí proceden algunos cuadros realizados para tierras aledañas a la capital, como es el caso de las tres obras que el pintor realizó para la parroquia de San Andrés, en la antigua Talavera La Vieja, y que actualmente reposan en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe. Su anterior origen, el municipio de Talavera la Vieja, desapareció bajo las aguas del pantano Valdecañas en 1963. 
Estos cuadros, ahora en la provincia de Cáceres, son auténticas joyas ya que a su valor artístico hay que añadir que son los únicos vestigios del gran pintor cretense en tierras extremeñas.
La comunidad de Extremadura acoge cuatro obras del artista, tres de ellas en el Monasterio de Guadalupe, aunque actualmente sólo se encuentran dos, San Pedro Apóstol y San Andrés Apóstol; la tercera, la Coronación de la Virgen, luce durante estos meses en la exposición principal del IV Centenario del Año Greco, ‘El Griego de Toledo’, en el Museo de Santa Cruz. El cuarto, El Salvador, se expone en el Museo de Cáceres. No obstante, su presencia artística podría haber sido mayor si se hubiera llevado a cabo el proyecto para realizar el retablo del Monasterio que se le encargó a finales del siglo XVI, aunque se desconocen los motivos por los que finalmente no llegó a ejecutarse.
Los Grecos que se encuentran en tierras extremeñas pertenecen a la Diócesis de Toledo. Precisamente aquí radica la clave de su presencia en el Monasterio cacereño. Según explicó el guardián del templo, el padre Antonio Arévalo, los cuadros procedían de la Iglesia de San Andrés de Talavera la Vieja, localidad anegada cuando el pantano de Valdecañas inundó el pueblo en los años 60; la fama de Theotokopoulos llegó hasta la localidad procedente de Toledo y le encargaron un retablo para la iglesia parroquial por parte de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario. El trabajo comprendía la arquitectura, una imagen escultórica y tres lienzos, trabajos por los que, según dicen los escritos, recibió unos 300 ducados. La Guerra Civil acabó con la mayor parte de esta obra, salvándose únicamente los tres cuadros que ahora se custodian en Guadalupe.
Pero no fue éste su primer destino desde que la antigua Talavera dejara de existir. Entonces, las obras del cretense se trasladaron a Toledo, donde permanecieron hasta el año 1994 en el Museo de Santa Cruz, momento en el que regresan a tierras extremeñas fruto de un convenio entre el Arzobispado de Toledo y la Junta de Extremadura. En él, el entonces Cardenal Marcelo González y el presidente Ibarra, señala el padre Arévalo, acordaron trasladar a Guadalupe los tres cuadros mencionados a cambio de que el Gobierno restaurara varias iglesias que aún en tierras extremeñas, pertenecían a la Diócesis toledana.
Desde entonces, descansan en el Museo de Bellas Artes del Real Monasterio, junto a otras obras maestras como un Goya, una escultura de Cristo Crucificado atribuido a Miguel Ángel o varios ejemplos de Monjes Jerónimos de Zurbarán.
 
San Pedro y San Andrés.  Los que visiten ahora el Real Monasterio buscando los únicos vestigios de Domenikos Theotokopoulos sólo podrán admirar el San Pedro y el San Andrés Apóstol. Se trata de dos ejemplos de sus series de apostolado que actualmente no lucen en su mejor momento ya que necesitan una importante restauración. No obstante, y aunque forman parte de una temática muy pintada por el genial artista -los apóstoles-, estos ejemplos son obras independientes.
Los cuadros, de 1,70 metros de alto, representan las figuras a cuerpo completo de dos de los más fieles apóstoles de Jesucristo, alargadas como las características figuras de El Greco, en el caso de San Pedro algo desproporcionada, y con unos marcados fondos con manchas de luz y color.
Repetidos por El Greco y su taller para iglesias y comunidades religiosas, los apóstoles son fácilmente reconocibles ya que portan algunos de los atributos que les representan iconográficamente. Este es el caso de las llaves de Pedro, que le revelan como el guardián de la Iglesia, aunque no es el del San Andrés, ya que en la imagen de Guadalupe no porta la cruz aspada, símbolo de su martirio.
Ahora lucen solos pero normalmente acompañan a cada uno de sus lados a La Coronación de la Virgen, otra de las grandes obras de El Greco que actualmente está en Toledo tras ser restaurada en El Prado por Rafael Alonso. Este cuadro es el de mayor importancia de los presentes en Cáceres y está realizado siguiendo las directrices marcadas por la Cofradía que lo encargó. Así, se solicitó que el cuadro estuviera formado por dos niveles, similares a El Entierro del Conde de Orgaz, situando en la parte superior del lienzo la Coronación de la Virgen acompañada de varios santos, y junto a Jesús y Dios Padre. En la zona inferior, otros santos como San Francisco o San Juan Bautista, completan el cuadro organizado en torno a un círculo, composición tradicional en la época manierista.