Un talaverano en el naufragio de Indonesia

J. L. M.
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Rafael Martínez, redactor de la agencia EFE y becario hace unos años de este periódico, viajaba con su novia y otras veintitrés personas en un barco desde Lombok a Komodo, pero la nave encalló en un arrecife y se hundió

Un talaverano en el naufragio de Indonesia - Foto: L. T.

El periodista talaverano Rafael Martínez vivió este pasado fin de semana una experiencia que seguro recordará el resto de su existencia, ya que la embarcación en la que viajaba para visitar las isla indonesia de Komodo naufragó frente a las cosas de Sangeang y fue rescatado por un barco pesquero tras pasar varias horas a la deriva en mar abierto. Junto a él estaba María, su pareja sentimental -con la que se desplazó a Indonesia el pasado 23 de julio para disfrutar de un mes conociendo el país asiático-, así como una parte de las veinticinco personas que entre tripulantes y turistas viajaban en el barco siniestrado.

En declaraciones a la agencia EFE recogidas por varios medios de comunicación, Rafael aseguró haber pasado “las 22 horas más horribles de mi vida”, debido a que lo que empezó siendo un viaje de recreo se convirtió en una odisea en la que los ocupantes de la embarcación se convirtieron en náufragos que tuvieron que pelear por mantenerse a flote en un mar embravecido con olas de hasta tres metros, con un viento que calaba hasta los huesos y con unas aguas plagadas de medusas.

Todo comenzó el jueves de la semana pasada, cuando el periodista y su novia embarcaron en la isla de Lombok para iniciar así a una travesía de cuatro días que les llevaría a Komodo. Desde un principio el barco les generó alguna duda, debido a que era de madera, parecía bastante antiguo y, por si fuera poco, no disponía de radio, GPS ni ningún otro instrumento de navegación. Cuando habían pasado tan sólo seis horas de viaje, la nave encalló en un arrecife de coral y, aunque la travesía continuó gracias a la ayuda de un segundo barco, la inquietud era manifiesta en el pasaje.

Pero el segundo día la situación de la embarcación empeoró y les avisaron de que debían abandonar la nave porque había un boquete por el que entraba mucha agua. Semejante panorama se vio agravado por el hecho de no disponer siquiera de señal de telefonía móvil para transmitir un aviso de socorro, circunstancia que la tripulación trató de paliar haciendo dos fogatas en el propio barco.  

«Parecía de locos», apuntó al respecto Rafael Martínez. De esta manera, en un visto y no visto pasajeros y tripulantes quedaron en mitad del mar, agarrados la mayoría a una pequeña embarcación salvavidas que tenía cabida para únicamente cuatro personas. No obstante, algunos pudieron sujetarse a la parte de popa del barco siniestrado, debido a que tardó un tiempo en hundirse en su totalidad.

Así aguantaron hasta la mañana del sábado, que fue cuando la embarcación ya se fue a pique por completo. Un grupo de cinco pasajeros optó entonces por nadar hasta una isla volcánica cercana para pernoctar allí y esperar ayuda, mientras que otros resolvieron quedarse en el lugar del naufragio. Una parte de este segundo grupo decidió al final desplazarse a nado hasta el citado islote, aunque por suerte en el camino les rescató unos pescadores y ya en tierra fueron llevados a Bima. En cuanto al primer grupo, les salvó el domingo por la mañana un crucero dedicado al buceo. Tras todos ellos quedaron otras quince personas más, de las cuales trece fueron rescatadas ayer lunes, mientras que dos españoles permanecían aún desaparecidos al cierre de esta información.

 

A través de Facebook. La familia de Rafael Martínez se enteró de lo ocurrido el domingo y gracias a un mensaje que mandó el  periodista talaverano a su hermano menor Enrique. Según explicó a este diario la madre del reportero, María Teresa Sánchez-Girón, «mi hijo pequeño volvía ayer -por el domingo- de vacaciones y cundo paró a comer en Albacete vio el mensaje de su hermano mayor». El texto que Enrique tenía en su teléfono móvil era alarmante pero al mismo tiempo tranquilizador, debido a que Rafael le daba cuenta de lo acontecido pero igualmente le precisaba que tenían que estar tranquilos porque estaban ya sanos y salvo.  

A pesar de todo, entre los familiares todavía hay cierta preocupación porque no han conseguido hablar directamente con el periodista. «Nos dieron un número de teléfono donde podías contactar con él, pero está comunicando todo el tiempo», subrayó en este sentido su madre, quien precisó además que Rafael y su novia María se encontraban en una isla de Bali esperando dos plazas en un avió que le traiga de vuelta a España.

 

Aventurero y periodista

Rafael Martínez tiene 31 años y es redactor de Tribunales e Interior de la agencia EFE, donde lleva trabajando desde hace más de ocho años. Estudió Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid y al término de la carrera se sacó un máster en Relaciones Internacionales. Además, mientras cursaba sus estudios universitarios pasó un año en México en la Universidad Iberoamericana y durante un verano realizó prácticas en La Tribuna de Talavera. Gran aficionado a la cultura musulmana, ha visitado un buen número de países y se ha caracterizado siempre por tener un espíritu muy aventurero. No obstante, nunca olvida sus raíces y por eso no es extraño verle en la  Semana Santa de su Talavera natal procesionando el Miércoles Santo con la Cofradía del Santísimo Cristo de la Espina.