El presidente de la Generalitat, Artur Mas, anunció ayer que su antecesor al frente de CiU, Jordi Pujol, renuncia a sus prerrogativas como expresidente del Ejecutivo catalán tras admitir que su familia había tenido durante años dinero sin regularizar en el extranjero, por lo que «pasa a ser un ciudadano más como cualquier otro de su edad y su posición».
Tras confesar que sentía un «gran dolor personal y como presidente del país», mostró su convencimiento de que estas son las medidas que debía tomarse, para luego agradecer la actitud de colaboración de su antiguo valedor, con quien mantuvo dos encuentros desde su explosiva confesión del pasado viernes.
De esta forma, Jordi Pujol renuncia a su sueldo y a su oficina como exjefe del Ejecutivo catalán, así como a sus cargos de presidente honorífico de CDC y fundador de CiU, aunque Mas, a quien la sombra de la corrupción también persigue desde hace unos años, defendió que no podrá borrarse su etapa como máximo responsable de la región y que se mostró convencido de que, «con el paso del tiempo y el juicio de la Historia, Pujol tendrá sus manchas, pero también sus grandes activos».
Así, admitió que la figura del hombre que controló la autonomía durante casi 23 años tendrá «sus errores y debilidades», pero también sus pros, «que hay que saber poner en valor», y también desvinculó su renuncia con la decisión del líder de UDC y portavoz de los convergentes en el Congreso, José Antonio Durán i Lleida, de dejar la Secretaría General.
Por otra parte, en un comunicado, CDC consideró que la renuncia de Pujol como presidente fundador de la formación y también de la federación de CiU «fortalecerá el proyecto del partido que él fundó», al tiempo que le agradeció que haya tenido el gesto de poner sus cargos a disposición de la organización.
Según Mas, la decisión de retirar las prerrogativas al expresidente demuestra que la colectividad de todos los catalanes está por encima de cualquier persona, por importante que ésta haya sido: «Todos somos más importantes que uno, aunque este uno lo haya sido mucho. Y eso vale para todo el mundo, ahora vale para Jordi Pujol, pero vale para todo el mundo».
Visiblemente afectado, el president aseguró que, de todas las situaciones complicadas que le han tocado vivir a lo largo de su trayectoria política, ésta es, sin duda, la que más le ha afectado: «Es mi padre político. El dolor es muy grande, no lo puedo esconder ni disimular». «Siento pena y compasión, aunque entiendo que alguno pueda sentirse indignado», agregó.
Además, el líder de CiU explicó que tuvo conocimiento del anuncio de Pujol en un encuentro con él el pasado viernes por la mañana -horas antes de que se hiciera público-, y que fue el pasado lunes cuando se volvieron a ver por segunda vez, y acordaron que el expresident renunciase a las atribuciones que le corresponden por su etapa al frente de la Generalitat.
Sobre el proceso soberanista y a unas horas de su encuentro con Rajoy, remarcó que se mantiene intacto y que la marcha de su antiguo jefe no afecta a la hoja de ruta: «El país sigue adelante en todos los sentidos».
Posteriormente, y según explicó el consejero de la Presidencia, Francesc Homs, Pujol perderá también la condición de muy honorable con la que se distingue a los presidentes y expresidentes catalanes, así como la medalla oro de la Generalitat que recibió en el año 2007.
Ni qué decir tiene que aún quedan muchos capítulos de este culebrón. Yes que el expresident deberá comparecer ante el Parlament para dar explicaciones sobre las cuentas sin regularizar que su familia tuvo durante más de 30 años en el extranjero, después de que todos los grupos de la oposición -incluso ERC, que ha adoptado una postura muy suave- firmaran una petición de comparecencia que se votará mañana en una Junta de Portavoces Extraordinaria.