La mesura del buen gusto

J. Guayerbas
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>Regresan los altares a la carrera procesional. La Virgen de la Candelaria de la madrileña Iglesia de San Ginés preside el altar levantado por un grupo de voluntarios frente a Los Jesuitas

Como si de una bocanada de oxígeno se tratara, la carrera procesional ha recuperado la tradición intermitente de los altares. En la plaza Padre Juan de Mariana, frente a Los Jesuitas, un grupo de voluntarios y entusiastas levantaba ayer un gran altar eucarístico presidido por la Virgen de la Candelaria de la Iglesia de San Ginés, ubicada en plena calle Arenal de Madrid, a escasos metros de la Puerta del Sol.

La iniciativa, que ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de Toledo, surgió hace unos meses del matrimonio toledano que forman José María Romero y María de los Dolores Mateo, alentados por los artistas y cofrades Antonio José Martínez Rodríguez, imaginero, y Jesús Díaz Hellín, bordador, entre otros.

El altar rezuma buen gusto y, sobre todo, sentido eucarístico y litúrgico del que carecen otras ideas presentadas, por ejemplo, en la misma puerta de Los Jesuitas.

Los santos Cosme y Damián flanquean a la Virgen de la Candelaria. Estas imágenes son las únicas aportaciones toledanas a la arquitectura efímera, ya que proceden de la Iglesia del Salvador en la collación de Santo Tomé. El patrimonio que se expone viene de colecciones particulares, del convento de Las Jerónimas de Madrid, y como se ha mencionado, de la Iglesia de San Ginés.

Dos baldaquinos de damasco rojo con bambalinas bordadas en aplicación delimitan el altar para el que no se ha escatimado en detalles. Más de medio centenar de cirios alumbraba anoche a la Virgen de la Candelaria y a los santos y mártires.

Como explicaba Antonio José Martínez, autor en Toledo de las imágenes de Jesús Cautivo, la Virgen de las Angustias y Jesús a lomos de la Borriquita, entre otras, por ejemplo, para el Seminario Menor, la recaudación de la mesa petitoria irá en esta ocasión a los cristianos perseguidos en Siria, de ahí, añadía, que en los baldaquinos se encontraran San Cosme y San Damián.

Interesante, también, la disposición de la mesa de altar, con sus correspondientes candelabros, sacras y elementos eucarísticos, como el arca o Sagrario en madera dorada.

Pero además de este altar, para el que dedicaron toda la jornada de ayer y algunos días más para trasladar la mayoría del patrimonio desde Madrid, en la puerta del antiguo convento dominico de Madre de Dios, hoy Universidad de Castilla-La Mancha, la Virgen del Rosario, devoción particular, presidió otro coqueto altar.

Ojalá que esta tradición perdure y en próximos Corpus cuente con la sociedad toledana y el ingente patrimonio conventual y eclesiástico que hoy atesora la que fue el pequeño Vaticano.