Una compañera para Rakel

M.G./Toledo
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Ser madre era su sueño y Rakel, de 42 años, lo ha conseguido gracias a la fecundación in vitro. Tenía claro que no quería perderse la oportunidad de tener un hijo por no tener pareja. Ocho meses después Valentina es lo mejor que le ha pasado

«Ser mamá no es llevar a un bebé nueve meses en la barriga, es llevarlo pegadito al corazón toda la vida». Una buena frase que se ha convertido en eslogan en las redes sociales para felicitar el Día de la Madre. Rakel Solabarrieta es una de esas madres recientes que sigue mirando a su pequeña Valentina de ocho meses para comprobar que no es sueño, que su hija está ahí e irá creciendo a su lado. «Es mi tesoro más preciado», comenta ilusionada por la celebración familiar que le espera hoy.  Pero Rakel sabe que se trata de una fecha más en el calendario, un día más de todos los que vendrán junto a «su compañera», ese bebé rechonchito y sonriente que la busca para jugar, comer y dormir, que balbucea para que vaya a su lado sin más y le llene de besos sin motivo, le achuche o le cante una canción a cambio de una sonrisa o una tierna mirada.

Rakel estrenó maternidad el 17 de agosto de 2015. «Siempre había querido ser madre», explica, pero el trabajo, la necesidad de tener una buena estabilidad económica y de contar con una pareja a su lado se lo habían impedido. Pero esta venezolana, de 42 años, decidió que para ser madre no necesitaba tanto, así que decidió que lo iba a intentar sola, con un tratamiento in vitro, y se puso un buen día a mirar por internet para buscar una buena clínica. «Decidí hacerlo por mi cuenta, pero contaba con el apoyo de mi familia». Y no tardó mucho en elegir porque apareció en google la doctora Marta Sánchez-Dehesa, que trabaja en la Unidad de Reproducción del Policlínico HM IMI (antiguo Instituto Médico Integral), en Toledo.

«Me salía el nombre de esta ginecóloga por todos lados y decidí  pedir cita». La doctora no tardó en atenderla y después de unas cuantas pruebas comenzó el tratamiento. Rakel estaba convencida de que en el primer ciclo ya podría quedarse embarazada, «pero  todavía no estaba preparada» y tuvo que esperar al segundo. De las fechas no se olvida. «Me hicieron la fecundación el 27 de noviembre y el 10 de diciembre ya sabía que estaba embarazada».

En su caso acertó pronto, aunque el porcentaje de éxito suele ser bajo, no más del 10% si se ha cumplido ya los 40, teniendo en cuenta la edad, aunque también depende de la técnica utilizada. «Me quedé muy sorprendida porque creía que las probabilidades de quedarme a la primera eran bajas, comparadas con las expectativas que te planteas cuando te sometes a un tratamiento de fecundación in vitro». Se trata de una técnica de reproducción asistida muy utilizada en los últimos años, puesto que se superan los 30.000 ciclos anuales en España.

El 10 de diciembre le realizaron una analítica y el personal del laboratorio le dio la noticia. «Lo primero que hice fue llamar a mi madre». Y no pudo esperar y esa misma noche cenó con su familia para contarle la noticia a pesar de que aún era muy pronto. «Estaba deseando contarlo y fueron nueve meses de ilusión tras ilusión», recuerda. Rakel sabía, por lo que hablan sus amistades, que los tres primeros meses son los más importantes para saber si el embarazo se desarrolla bien, pero ella no tenía miedo y creyó desde el principio que  iba a ser madre.

«Lo disfruté muchísimo». Ahora el siguiente paso era conocer el sexo del bebé y ahí también tuvo una agradable noticia. «En la semana veinte la doctora me confirmó que era una niña y se completó mi sueño». Rakel siempre se visualizaba como madre de una niña y Valentina se convertiría «en  esa compañera para toda la vida» que quería desde hace años.

El parto se produjo en Móstoles y Rakel llegó dos días más tarde a su casa con Valentina. «Pero no me encontré sola en ningún momento por no tener pareja». Los primeros días contó con la ayuda de su madre y con el apoyo de su familia. «Lo más importante es que mi hija tenga amor, cariño y apoyo», comenta despreocupada por el hecho de que Valentina no tenga un padre del que disfrutar. «Muchos niños no lo tienen y lo veo tan natural. Además, tengo tres hermanos y sus tíos la adoran y van a ejercer de padres».

Pese a criar sola a Valentina, Rakel no ha tenido que dejar de trabajar. Es comercial de Coca-Cola y ahora realiza jornada continua para pasar toda la tarde con su pequeña. «Por las mañanas nos levantamos las dos, nos arreglamos y ella va a la guardería y yo al trabajo». Y así un día tras otro. Rakel sigue pensando que su hija es lo mejor que le ha pasado, «la única persona por la que yo sería capaz de dar mi vida». Y no exagera porque es un fuerte sentimiento maternal.

Día de la madre. Rakel no para de provocar la risa pícara de Valentina. Hoy toca arreglarse para pasar el día en familia, pero para Rakel no es su primer Día de la Madre porque ella ya se consideraba en ese papel durante el embarazo. «Yo me sentí madre el año pasado y mi hija ya me daba pataditas entonces». Será un día más de todos esos que pasará pegadita a Valentina en los próximos años. Pero ya hay una idea rondando en su cabeza, ser madre otra vez. Otro dulce sueño que no sabe si cumplirá algún día, aunque no lo descarta.

«Me encantaría, pero lo tengo que pensar muy bien porque no sé si podría disponer de tiempo suficiente para dar una buena vida a dos hijos». Rakel lo dice así, pero en el fondo ahí sigue la posibilidad de volver a coger el teléfono y llamar a la doctora Sánchez Dehesa en los próximos meses Quizá a finales de año pida cita, la fecha límite que se ha puesto para tomar la decisión de llevar o no otro bebé bien pegadito al corazón.