La instantánea del Santísimo Cristo de la Esperanza recubierto por un plástico para protegerlo de la lluvia, habitual durante la Semana Santa toledana de los últimos años -así sucedió en 2013, sin ir más lejos-, quedó atrás el pasado lunes para dejar paso a una gran salida de la iglesia de San Andrés, a la altura de una Semana Santa declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional. La jornada acompañó por fin a los penitentes negros con las aspas verdes, quienes portaron la pequeña y valiosa talla en dirección a la Catedral en mitad de su silencio y fervor acostumbrado, acompañado solamente por el claveteo de las horquillas de los costaleros sobre las calles empedradas del Casco. Dos horas y media antes se había producido la salida delCristo Nazareno Cautivo de la Catedral, y su joven pero ya tradicional encuentro con el Cristo de la Vega durante su viacrucis.

La delCristo de la Esperanza, hasta hace muy pocos años única procesión del Lunes Santo en Toledo (aunque mucho más antigua, fue refundada en 1983 y celebró su primer recorrido en 1984, hace exactamente tres décadas), es una de las más genuinas de la ciudad, vinculada al Seminario y a la iglesia de San Andrés, un templo que, por su rico y diverso patrimonio artístico, siempre impresiona contemplar iluminado en mitad de la noche. Pese a tener su sede en esta iglesia, la Cofradía del Santísimo Cristo de la Esperanza renació vinculada a la iglesia de San Cipriano, una de las grandes ‘desconocidas’ del Casco y en donde la talla, del siglo XVIII, se venera durante el resto del año.

Su recorrido discurre por San Andrés, la plaza de Santa Isabel, plaza del Ayuntamiento, Arco de Palacio, Trinidad, plaza del Salvador, Santa Ursula, travesía de de Santa Ursula, la Calle Ciudad y, desde allí, de vuelta a San Andrés a través de la plaza de Santa Isabel.