¿De qué va este Toledo?

J. Mario Loeches
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Nervioso, sin chispa en ataque y fallón atrás, el cuadro verde rescató un punto en el descuento ante el Real Unión. El público pidió la cabeza del entrenador y que Rufino sea titular

¿De qué va este Toledo? - Foto: Yolanda Redondo

La afición al CD Toledo debería ir olvidando a Imanol Idiakez y todo lo que le recuerde a la temporada pasada. Han pasado cinco jornadas y todavía no sabe de qué va su equipo desde que ha cambiado el 70 por ciento de sus futbolistas y al cerebro que lo dirige desde el banquillo. El 2-2 que rescató ayer por la tarde ante el Real Unión en el tiempo de descuento debería servir de lente para ver mejor sus taras. Las sensaciones no son nada buenas después de ver a los verdes nerviosos, fallones y, por momentos, a merced del rival. Y es que, cuando consiguió igualar el 0-1, recibieron rápidamente el segundo, hasta el punto de que la hinchada comenzó a enrarecer el ambiente pidiendo cabezas. Al final, Rufino salvó en el descuento un punto que merece ser celebrado por todo lo alto.

Sin embargo, mucho habrá que mejorar en un equipo que nunca será lo que quería Idiakez para el suyo, pero que debe realizar punto por punto las directrices que conlleva su estilo más práctico, ya que no le está saliendo ninguno, ni los de su área ni los de la contraria.

Para empezar, lo que sorprendió es la alineación. Se iban leyendo nombres y nombres y entre los once primeros no estaba Rufino. Es verdad que el esquema no difería demasiado del habitual con dos hombres en punta, pues De Lerma asumió la condición de mediapunta, con Megías como el único delantero. Las tres derrotas consecutivas le hicieron pecar a Visnjic de temeroso y colocó a Aicart y Sorribas en el doble pivote.

- Foto: Yolanda Redondo Algo no iba bien, y eso que Eneko Eizmendi fue el primero en probar los guantes de Otermin cuando el electrónico del Salto del Caballo sólo marcaba quince segundos. Galán no llegó poco después a un balón centrado desde la izquierda que el ‘9’ unionista pudo rematar delante de las narices del portero Manolo.

El juego no era fluido, pero el Toledo tenía cierta intención de llegar a las inmediaciones del cuadro vasco, sobre todo por la banda derecha con Eneko Eizmendi, muy móvil, bastante más que Aarón por sus antípodas, falto de velocidad y de ritmo competitivo después de la lesión. En el Real Unión, Juan Domínguez llevó la batuta y el veterano mediapunta intentó poner el balón desde más allá de la frontal, pero Manolo la paró con la mirada porque se marchó fuera.

Poco a poco, el centro del campo fue mutando a color rojo a pesar de que el conjunto local lo tenía poblado con muchos hombres. Los mediocentros se acularon atrás y De Lerma apenas conectó con ellos por lo que la única fuente de ingresos fue el patadón o el fallo de los defensores. En el minuto 14, Azkoiti avisó de que los fronterizos no se habían pateado la Península Ibérica para nada y remató un córner que se perdió pegado al segundo palo. Primer runrún de la grada y gritos de «¡Rufo, Rufo!». El CD Toledo no se pudo quitar la presión del rival y corrió detrás del balón sin llegar nunca a quitárselo. Síntoma de que quizás el apartado físico tampoco está a su ciento por ciento. Pases sin la medida adecuada, falta de velocidad o llegadas siempre tarde a por el esférico... malas decisiones hasta cuando, en el minuto 30, a Megías le cayó un balón desde el centro de la zaga del Real Unión y su solución fue disparar desde lejos. Instantes después, tras más de un minuto moviendo el balón de lado a lado sin que ningún verde consiguiera su objetivo, Galán remató un centro al segundo palo al encontrar un resquicio entreMorales y Valín.

Los nervios se transformaron en más nervios y la reacción no llegó. El conjunto de Josip Visnjic tiró el último cuarto de hora de la primera parte con sólo un centro de Morales al que no llegó a rematar Aarón Bueno. Ni la estrategia. La jugada de pizarra que le salió ante el Conquense ya se la habían visto en video en Irún y por ahí no les pillaron.

Rufino al campo. Una manera de arreglar el jarrón que se rompe es coger las piezas e intentar pegarlas, aunque ya no quede como antes. Rufino entró en el campo por Aicart, como quería la gente, y la mejoría fue reseñable. Otra vez Eneko, nada más empezar, disparó a las manos de Otermin. Empuje y más empuje en busca del empate no le faltó esta vez a los de la Ciudad Imperial, con centros frontales de sobra conocidos por los irundarras. Uno de ellos lo recogió Aarón por su lado y lo devolvió al área para que Rufino lo pelease. El madrileño le puso tanta fe que Otermin se fue detrás de él y permitió que Eneko rematase con la portería vacía.

El fútbol no le permitió al Toledo seguir reponiéndose porque en otra jugada con varias paredes por el centro, Urkizu hizo el 1-2. Increíble. Hay que verlo en televisión. Por dentro y el lateral derecho. Normal que se bajaran un poco los brazos. La inercia era positiva y la pelea la necesaria para remontar. Ahora se tenía media hora para hacerlo y, quizás, menos ganas. Pelotas a la olla y Aitor adentro por Aarón fueron las primeras medidas tomadas por Visnjic. No cayó ninguna buena y el Real Unión comenzó su festín con llegadas clarísimas. Perdonó y Sagastibeltza picó en una carrera de Rufino dentro del área. El delantero marcó desde el punto de penalti para seguir siendo el niño mimado del Salto del Caballo, que se marchó a casa con la razón bajo el brazo e igual de convencido de que éste no es el equipo que quiere.