EL ENCUENTRO MÁS DESEADO

Leticia G. Colao
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El molesto viento que hizo acto de presencia en la madrugada del Domingo de Resurrección no impidió que cientos de fieles abarrotaran la plaza del Pan para disfrutar de uno de los momentos más bellos de la Semana Santa talaverana.

EL ENCUENTRO MÁS DESEADO - Foto: Peña

La de la madrugada del Sábado Santo, ya Domingo de Resurrección, es la procesión más esperada por los fieles por lo que en ella se representa. El encuentro de Jesús Resucitado con su Madre, la Virgen de los Dolores, se convierte en uno de los momentos de mayor belleza de la Semana Santa de Talavera y por ello, cientos de talaveranos esperaron hasta pasadas las dos de la mañana para ser testigos de un instante único.

El viento de la noche no aplacó el fervor de los fieles, tan sólo contribuyó a apagar las velas de los pasos, pero no pudo con la ilusión de los costaleros, los de la Cofradía de Cristo Resucitado con túnica blanca y fajín, guantes y alpargatas en color celeste, y los de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, en blanco hueso con cíngulo, capa y capuz en raso verde.  

El Cristo Resucitado fue el primero en tomar la calle desde el convento de las Madres Benitas.  El paso, iluminado por cuatro faroles de orfebrería en cada una de las esquinas y decorado con lilium paniculata blancos y algún iris, portaba la imagen del Cristo señalando con la mano derecha hacia el cielo y en la izquierda portando la bandera de la Resurrección. Junto a él, una representación de la Sábana Santa de Turín y la Banda del Nazareno, que anunciaba su llegada a una plaza del Pan repleta de gente.

Algo más tarde, casi a la una de la madrugada, hacía su salida por el lateral de La Colegial la Virgen de los Dolores, sin corona y enlutada por la muerte de su hijo y con un estremecedor silencio solo roto por los silbidos del aire. Tras entrar en Santa María La Mayor por la puerta principal, el Resucitado siguió el mismo camino que su Madre, saliendo por la plaza Cardenal Tenorio y tomando la parte superior de la plaza del Pan por un lateral esperando el ansiado encuentro. Su entrada en el centro de la plaza estuvo acompañada por la marcha ‘La Saeta’, una bella versión con arreglo musical del maestro y director sevillano Pedro Manuel Pacheco.

Rondaban las dos de la mañana y ambas imágenes se dirigieron a paso lento y en paralelo por cada uno de los laterales de la plaza camino al encuentro, bajo la atenta mirada del bello rosetón de La Colegial y ante la expectación de los talaveranos, que buscaban el mejor lugar para ser testigos del momento más emocionante. Fue entonces cuando, cara a cara, la Dolorosa se arrodilló frente a su Hijo, que se alzó bajo el esfuerzo de sus costaleros, mientras que el confeti azul y blanco apareció para dar un carácter festivo a la Resurrección de Jesús.

Los cofrades y fieles que abarrotaban la céntrica plaza aplaudieron la cercanía de ambas imágenes mientras otros muchos querían inmortalizarlo con su móvil. Las campanas de La Colegial comenzaron a sonar anunciando el encuentro y la emoción llegó entonces a su punto más álgido, mientras los fieles del Resucitado acompañaban con campanillas que posteriormente les guiaron hasta las Benitas. Tras varios minutos frente a frente, el Cristo Resucitado y su Madre la Dolorosa se despidieron para volver a sus respectivas sedes, aunque antes los costaleros del Cristo se trasladaron nuevamente a la puerta de La Colegial para despedir a su Madre durante su entrada al templo.

Tras los pasos, presidía la procesión el obispo auxiliar de Toledo, Ángel Fernández Collado, junto al párroco de La Colegial, Daniel León, y el de San Andrés, Vicente Domínguez, quienes acompañaron a la Virgen hasta el interior de Santa María La Mayor.    

La retirada de las imágenes fue el inicio de un acto que se inició el pasado año y que busca hacerse un hueco en la programación tradicional de la Semana Santa. La tamborrada comenzó a sonar con aún pocos seguidores pero estos de todas las edades, quienes decidieron sumarse a la alegría de la Resurrección con el ruido de sus baquetas.