Las calles de Lagartera huelen a tomillo, hinojo y juncias, alfombra de los sentidos que marca el recorrido de la procesión del Corpus Christi. Sus bordados y altares, con la talla del Niño Jesús de hace varios siglos, enamoran a los cientos de visitantes que cada año disfrutan de la fiesta más vistosa de Lagartera. Los vecinos también lucen sus artísticos trajes.